Ramón Campos fue un autor muy influenciado por la corriente sensualista del
pensamiento lingüístico francés, el que había incluso llevado a sus extremos más
radicales. Para él, la abstracción se llevaba a cabo por medio de las palabras, del
lenguaje articulado, sin intervención del pensamiento. Los nombres adjetivos son en su
origen sustantivos. La memoria y la formación de las ideas generales son efectos del
don de la palabra, y de ningún modo operaciones del pensamiento. El lenguaje de
acción no es suficiente para la operación de la abstracción. La tendencia del
pensamiento hacia la concretización hace cundir las abstracciones. Ninguna palabra
dependiente o referencial es palabra primitiva. Estas ideas se reafirman también en el
contexto de su obra De la desigualdad personal en la sociedad civil donde sirven de
base para una nueva ética de la comunicación. Estudiaré el concepto de ‘el don de la
palabra’, que en este contexto es el instrumento único de la abstracción o
descomposición, capaz de partir el pensamiento en dos facultades o potencias
diferentes, ‘imaginación’ y ‘memoria’.