Gespiegelte Fassung der elektronischen Zeitschrift auf dem Publikationsserver der Universität Potsdam, Stand: 18. August 2009 |
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Michael Zeuske
Universidad de ColoniaAlexander von Humboldt y la comparación de las esclavitudes en las Américas
11. Conclusión
Los pronósticos de Humboldt sobre la esclavitud son correctos en su dimensión moral. En su dimensión histórica son erróneos. Pese a ello, el Essai politique sobre Cuba constituye un texto clave universalista al comienzo de la segunda globalización. Haití no se desarrolló tan exitosamente como él había supuesto. No surgió una confederación africana de estados libres en el Caribe. Muchos otros pronósticos de Humboldt tampoco se realizaron como él lo había imaginado, por ejemplo, en Cumaná en 1800, donde Humboldt comenzó a desarrollar una comprensión positiva de la revolución: “Si cesa la situación de coacción [de la colonia – M.Z.] mediante revoluciones, si ellos mismos producen seda, vino, aceite, si tejen ellos mismos en una existencia libre e independiente – entonces el comercio exterior irá disminuyendo más y más, sí, creo que la industria [Gewerbefleiß] de los hombres estará más atada a esta producción y fabricación que a la de productos para el comercio (añil, cacao[1])...“.[2] Esta es la utopía fisiocrática de Alexander von Humboldt sobre la erradicación de la esclavitud, escrita en 1800. Buena y correcta como utopía, valiente como consejo político – pero errónea con respecto a todas las élites de América participantes en la esclavitud.
Hoy conocemos también el desarrollo de Cuba, que para Humboldt en 1800 y 1826-1830 representaba el futuro. La alternativa “gran Cuba“ dominó y domina la isla. Hacia mediados/finales de los años 30, la metrópoli española, ya algo más liberal, utilizó los mismos argumentos que Humboldt (83% de personas negras y de color en el Caribe), para arreciar sobre Cuba la dependencia colonial, mediante alusiones a la seguridad estatal de la isla.[3]
La esclavitud y el “miedo a Haití” sobrevivieron treinta años de guerras revolucionarias contra el poder colonial de España (1868-1898) y la siguiente “primera guerra imperialista” entre España y los EEUU (1898). Las estructuras de la “gran” Cuba, surgidas de la esclavitud, fueron en extremo exitosas económicamente hasta 1920. En el contexto de la Primera Guerra Mundial y conflictos mundiales de recursos, la economía azucarera de Cuba fue casi comprada totalmente por empresas de los EEUU entre 1910 y 1925. Aún después de 1930 determinaba la economía del país, aunque con dificultades.[4] Las rupturas de la historia cubana en 1933, hacia 1959 y 1970, tienen aquí sus fundamentos macroestructurales. También los intentos, desde 1990, de crear por una parte una base de subsistencia diversificada en la agricultura, y por otra parte, de hallar nuevamente asidero a una gran economía, pueden relacionarse con la decisión a favor de la esclavitud masiva entre 1800 y 1820.[5]
Las comparaciones de las esclavitudes hechas por Humboldt, y sus observaciones sobre el “azúcar sangriento”[6] y su rechazo de la esclavitud como sistema (“el mayor de todos los males”[7]), se hallan al inicio de una nueva etapa de la globalización. Señalan el camino hacia una modernidad que era posible, pero que hasta hoy no se ha hecho realidad.
[1] Añil es el índigo, uno de los más preciados colorantes. Al hablar de estos “productos comerciales” Humboldt se refiere a los productos de la agricultura para la exportación, atendida mayormente por esclavos, es decir, también a la caña de azúcar y el azúcar.
[2] Humboldt, Vorabend, p. 281 (Doc. 204).
[3] Cal, Consuelo, “Venezuela. República negra en los informes a España”, en: JbLA 38 (2001), pp. 207-231; y sobre todo: Fradera, Josep M., Colonias para después de un imperio, Barcelona: edicions bellaterra, 2005.
[4] Así lo afirmó Heinrich Friedländer, quien huyó de Alemania en 1944 y formuló también la alternativa fundamental “gran” Cuba versus “pequeña” Cuba: Friedlaender, Heinrich E., Historia Económica de Cuba, prólogo de Hermino Portell Vilá, La Habana: Jesus Montero, 1944 (Biblioteca de Historia, Filosofía y Sociología, vol. XIV).
[5] Zeuske, Insel der Extreme. Kuba im 20. Jahrhundert [Isla de los extremos. Cuba en el siglo XX], Zürich: Rotpunktverlag, 2004 (segunda edición).
[6] Humboldt, Reise auf dem Río Magdalena, I, p. 87. Esta línea del “azúcar sangriento”se continúa a grandes rasgos a través de Karl Marx y Eric Williams, y deviene después “tesis de Williams” sobre el financiamiento del capitalismo británico; véase: Zeuske, “Arbeit und Zucker in Amerika versus Arbeit und Zucker in Deutschland (ca. 1840 - 1880). Grundlinien eines Vergleichs”, en: COMPARATIV, IV, 4 (1994), Leipzig, pp. 59-97; Solow, Barbara, “Caribbean Slavery and British Growth: The Eric Williams Hypothesis”, en: Journal of Developmental Economics 17 (1985), pp. 99-115; Blackburn, Robin, “New World Slavery, Primitive Accumulation and British Industrialization”, en: Blackburn, The Making of New World Slavery. From Baroque to the Modern 1492-1800, London / New York: Verso, 1997, pp. 509-573; Eltis, David, The Rise of African Slavery in the Americas, Cambridge: Cambridge University Press, 2000, pp. 266-267, así como: Walvin, James, Britain’s Slave Empire, Gloucestershire: Tempus Publishing Ltd., 2000. Mucho más importante que esta línea europea de acumulación, que por lineal y unívoca constituye una crasa simplificación, es el debate sobre esclavitud, ciencia, modernidad y acumulación de capitales en los EEUU y en general en las Américas; véase: Klein, Martin A., “Slavery, the International Labour Market and the Emancipation of Slaves in the Nineteenth Century”, en: Slavery & Abolition, XV, 2 (August 1994), pp. 197-220; Eltis; Lewis, Frank / Sokoloff, Kenneth (eds.), Slavery in the development of the Americas, Cambridge : Cambridge University Press, 2004; Johnson, “Introduction: A Person with a Price”, en: Johnson, Soul by Soul. Life Inside the Antebellum Slave Market, Cambridge, Mass. / London, Engl.: Harvard University Press, 2000, pp. 1-18.
[7] Puig-Samper / Naranjo Orovio / García González (eds.), Ensayo Político ..., p. 301.
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K.-R. Biermann
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