Gespiegelte Fassung der elektronischen Zeitschrift auf dem Publikationsserver der Universität Potsdam, Stand: 27. Mai 2015 |
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Icono-grafía, cali-grafía, auto-grafía. Sobre el arte de la visualización en los diarios del viaje americano de Alexander von Humboldt |
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Zusammenfassung
In Gemälden, die den späten Alexander von Humboldt zeigen, finden
sich bildlich verdichtete Zeichen seines wissenschaftlichen Lebens.
So erinnert das Bild des von Humboldt nicht ganz bestiegenen
Chimborazo an die epistemische Funktion des Unabgeschlossenen in
seiner Arbeit, während Karte, Globus und die charakteristische
Körperhaltung auf die zentrale Bedeutung der Bewegung und auf das
„Schreiben im Angesicht der Dinge“ verweisen. Auffällig ist die
Präsenz des Schreibmaterials in den Bildern, das als Verweis auf die
lebenslange Bedeutung der Amerikanischen Reisetagebücher verstanden
werden kann. In diesen kommen wiederum die zentralen Momente der
Humboldtian Science zum Ausdruck. Der Charakter des work in progress
und die konsequente Relationalität der Darstellung zeigen die
epistemologischen Konstanten dieser Wissenschaft genauso an wie die
in der Handschrift erkennbare Dimension der Körper-Leiblichkeit.
Resumen
En las pinturas que retratan al erúdito Alexander von Humboldt
encontramos densos signos visuales las cuales simbolizan su vida
científica. La imagen del Chimborazo, cuya cima Humboldt no había
alcanzado, recuerda la función epistémica de lo inacabado en su
obra, mientras que la carta, el globo y su postura típica remiten al
central significado del movimiento y al “escribir de cara a las
cosas”. La presencia de sus objetos de escritura en las imagenes
llama la atención, ya que se puede entender como referencia al
significado de los diarios del viaje americano escritos durante toda
la vida. En aquellos se ponen de manifiesto los momentos centrales
del Humboldtian Science. El carácter del work in progress y la
relacionalidad consecuente de la representación muestran las
constantes epistemológicas de esta ciencia así como la dimensión de
lo corporal en los manuscritos.
Summary
In the paintings showing the late Alexander von
Humboldt, there are figuratively condensed signs of his scientific
achievements. Thus the image of the Chimborazo Humboldt did not
climb to the top evokes the epistemological function of
incompleteness in his work, while map, globe, and the characteristic
body posture refer to the central value of motion and of a way of
„writing face to face with the objects“. The presence of writing
materials in the paintings is striking which may be understood as an
indication to the lifelong importance of the American Travel
Diaries. They in turn represent
the central themes of the Humboldtian Science. The
characterization of work in progress and the consistent relational
dimension of the representation indicate the epistemological
constants of this science just as well as the dimension of
corporality which emerges recognizably from the handwriting. Visualizando el saber y la ciencia ![]() Fig. 1: Julius Schrader: „Alexander von Humboldt (1769–1859)”. Öl auf Leinwand, 158.8 x 138.1 cm, 1859 © Wikimedia Commons
Comencemos por el final. O por aquello que al
final de la larga vida – extendida por casi nueve décadas – de un
viajero, investigador, letrado y escritor[1]
de renombre mundial, aún permanecía como
imágen remanente
proyectada sobre la retina de sus lectores; un público lector que no
sólo se extendía, en el espacio, más allá de Prusia, Francia y
Europa, sino que durante los últimos años de vida de este erudito,
en lo que respecta al tiempo, ya se había transformado en su
posteridad. ¿Podemos determinar la imagen con la que Alexander von
Humboldt deseaba ingresar en esta posteridad? ¿Y qué significado
adquiere ésta en nuestra mirada, en un momento caracterizado por
intensos esfuerzos de acceder a la complejidad teórica, metodológica
y epistemológica de la
ciencia humboldteana[2]?
¿Qué es lo que resta por mostrar, si al final
de una larga vida toda escritura amenaza con llegar a una súbita
interrupción? ¿Poco antes de que la muerte le arrebatara la pluma a
Alexander von Humboldt en el quinto volúmen del Cosmos, el 6 de mayo
de 1859? Eduard Buschmann, ayudante de ambos hermanos Humboldt
olvidado con frecuencia, anotó en ese punto de la suma humboldteana:
“La muerte del gran autor
ha cortado el hilo de esta obra”.[3]
Sin embargo, en el último de sus grandes retratos, Humboldt aún
podría haber influido decisivamente: ¿acaso no se mostraba una
última vez tal como deseaba ser leído y comprendido por su
posteridad? ¿Pero qué es lo que se expresa artística y
científicamente en estos retratos tardíos, en estas icono-grafías de
su teoría y de su epistemología?
Ya a primera vista llama la atención que en el
último retrato de Alexander von Humboldt, tan cercano a su muerte,
no faltan los diarios del viaje americano. En esta pintura,
magistralmente lograda por Julius Schrader (Fig. 1), nos
enfrentamos a un Humboldt que, con el Chimborazo y el Garguairazo en
el trasfondo, levanta la vista de su escritura y nos mira de tal
manera, como si nosotros, los que lo contemplamos, lo hubiéramos
interrumpido justo en los momentos en los que escribía en el pequeño
librillo que sostiene sobre sus rodillas. Por una última vez, dentro
de la extensa iconografía de Alexander von Humboldt, aparece aquí
ese “escribir de cara a las cosas” y que es de una importancia
inconmensurable para la epistemología de la ciencia humboldteana[4].
La icono-grafía (Bild-Schrift) de Julius Schrader alude a la
práctica escritural autógrafa (Hand-Schrift) de toda una vida.
Alexander von Humboldt, quien siempre procuró
influir marcadamente en aquellos retratos que lo representaban cual
investigador en plena labor, aparece, en este caso, en un lugar de
la escritura que se ubica en medio de la naturaleza y en la mitad de
su viaje a través de las regiones equinocciales del nuevo
continente; un lugar de la escritura que se inserta así dentro de
una serie de imágenes de escritorio, dispuestas en clara oposición a
la iconografía dominante del siglo XVIII, en la que los autores
preferían presentarse, con sus libros de trasfondo, dentro del mundo
cerrado de un cuarto de trabajo o de una biblioteca[5].
Para la pintura de Julius Schrader de 1859, no obstante, Humboldt
deseó – tal como lo había hecho hacía más de medio siglo para los
grandes esbozos de Friedrich Georg Weitsch del año 1806 – un
escenario que lo regresara precisamente a aquel espacio que adquirió
un valor emblemático para toda su obra, así como para toda su vida:
al espacio del viaje, al espacio de su escritura en América.
Sin duda alguna, el Chimborazo constituye la
cumbre del viaje de investigación americano; no sólo por el record
de altura alcanzado desde una perspectiva montañista, sino porque a
su vez ingresó en la autocomprensión humboldteana como aquella
montaña andina cuya ascensión permaneció incompleta. El Chimborazo,
innumerables veces transportado a los retratos humboldteanos,
representa icónicamente un saber que jamás logra arribar, que jamás
llega a su fin. Ahora bien, incluso si Humboldt fue siempre un
hombre del partir, un hombre del estar-en-el-camino y no del llegar,
aun si él escogiera precisamente aquella montaña que no fue capaz de
ascender como símbolo de la inclausurabilidad de su propia labor: en
la pintura de Julius Schrader no es gratuito que los blancos
cabellos del anciano, quien con gusto se describía bromista y
enigmáticamente como “el viejo de la montaña”[6],
descuellen por sobre los dos colosos andinos en el trasfondo. Desde
esta altura, Schrader permitía que el gran viajero y escritor se
pusiera en relación con un público que era plenamente consciente de
las alturas – no sólo montañistas – que este investigador y erudito
había alcanzado. La icono-grafía lo muestra con claridad: el mismo
Humboldt, desde hace ya tiempo, se había convertido en un icono de
la ciencia. ![]() Fig. 2: Friedrich Georg Weitsch: „Alexander von Humboldt“. Öl auf Leinwand, 1806 © bpk/ Nationalgalerie, SMB/ Jürgen Liepe
Los fríos, casi ensimismados colores del cielo
y de las cimas andinas, que destellan una vez más bajo la luz del
atardecer, acuñan una impresionante y lograda composición pictórica,
en la que Humboldt, un poco antes del final de su vida, parece ya
retirarse a su posteridad – una posteridad, por supuesto, que en la
palabra escrita también había encontrado su medio de comunicación
futura. La práctica escritural, que aquí es dispuesta en la imagen,
nos lleva al corazón de la producción humboldteana, al diario de
viaje, que, por supuesto, no podemos reducir sólo al ámbito de la
escritura y de la escrituralidad.
Humboldt no es retratado aquí con su
Cosmos,
sino con aquellos cuadernos en los que escribió y dibujó, subrayó y
tachó, apuntó, pintó y anotó. En los tonos y colores de la pintura,
colores casi ajenos a la vida, en cierto modo espiritualizados, se
escenifica la vida de un nómada de las ciencias, cuya mejor
expresión no puede encontrarse en lo impreso, es decir, en la obra
cerrada y concluida, sino que demanda aquello que ha surgido del
movimiento, es decir, una escritura en movimiento que pone ante
nuestros ojos, con suma conciencia y extremada consecución estética,
la inclausurabilidad y procesualidad de la ciencia humboldteana, así
como de la escritura humboldteana. Tal vez seamos apenas capaces de
reconocer la cali-grafía en el diario de Humboldt: aun así, es la
icono-grafía de una práctica escritural autógrafa, que representa la
epistemología de un pensamiento nómade.
Quizás pueda sorprender a primera vista que
aquí sea un anciano el que escribe en los diarios de viaje, los que
sin embargo – así podría al menos parecer – sólo fueron utilizados
por el joven Humboldt durante su viaje entre 1799 y 1804, repletando
miles de páginas con sus relaciones y notas, protocolos de medición
y tablas, diagramas y esbozos, columnas de cifras y dibujos. ¿Se
iluminan mutuamente acaso en este cuadro de Schrader dos etapas
temporales y dos espacios, que desde una perspectiva científica
sería preferible mantener separados? ¿No se permitió aquí la
libertad artística del pintor reunir en una única figura la
escritura del treintañero con aquella del octogenario y, a la vez,
la escritura en América con la escritura en Europa[7]?
¿Reunir todo esto en aquella figura del
Vecchio della Montagna,
puesta en juego por Humboldt sin duda con doble intención y
crítica social? ![]() Fig. 3: Bardtenschlager: „Alexander von Humboldt in seinem Arbeitszimmer”. Farblithographie nach einer Vorlage von Eduard Hildebrandt, 1847 © bpk/ Kupferstichkabinett, SMB/ Volker-H. Schneider
Al examinar la iconografía humboldteana desde
esta perspectiva, muy rápido nos damos cuenta que la figura vestida
de negro pintada por Schrader ya nos confrontaba en una icono-grafía
más temprana y de una manera muy efectiva en la historia de su
recpeción. El escritorio en la selva, que Friedrich Georg Weitsch
había puesto en pintura (Fig. 2) en 1806
con aprobación absoluta de Humboldt, ya había sido transferida
espacial y temporalmente por Eduard Hildebrandt, lo que evidencia
que el cuadro de Schrader de 1859 no era otra cosa que el último
giro dado a esta figura durante la vida de Humboldt. El paisaje de
la teoría que implica este posicionamiento de Humboldt en el
altiplano del actual Ecuador realizado por Schrader, no hay que
atribuirlo sólo a una epistemología del movimiento, sino también al
hallazgo y a la invención de una tercera dimensión, que conlleva una
estetización del paisaje montañoso (andino). Complementario a esto
resulta el comportamiento en el cuadro de Weitsch de la
representación de Humboldt dentro de aquel otro paisaje de la teoría
tan importante para su pensamiento y escritura; a saber, el de las
tierras bajas del Orinoco y del Amazonas, en el que se expone a la
vista, tanto artística como científicamente, la interconexión de
todos los fenómenos. Puesto que a partir de la precisión con la que
Humboldt midiera y cartografiara la bifurcación del Casiquiare, los
sistemas fluviales del subcontinente sudamericano se entrelazan de
forma tan impresionante, que es justo aquí donde surge el paisaje de
aquella polirelacionalidad que tendría una importancia fundamental
tanto para la ciencia como para la escritura humboldteana.
También en la obra de Hildebrandt de 1848, los
diarios de viaje desempeñan un papel difícil de ignorar y difícil de
sobrevalorar. Si observamos con atención la acuarela de Hildebrandt,
quien no por nada se hizo conocido como pintor paisajístico, vemos
que aquí también junto a su escritorio se sienta un Humboldt vestido
de negro, que por su mirada, actitud y pose pudo muy bien servir de
modelo a Julius Schrader (Fig. 3).
Al comparar ambos cuadros, es posible reconocer aquí con facilidad
la caligrafía de Humboldt – aquí, en el sentido de su colaboración
en la elaboración de un esquema icónico. ![]() Fig. 4 y Fig. 5: Alexander von Humboldt libreta de notas. © bpk/ Staatsbibliothek zu Berlin-PK/ Carola Seifert
En consecuencia, la acuarela de Eduard
Hildebrandt no sólo posee un valor documental, sino que se inserta
en una comprensión de las ciencias que aquí ha de ser visualizada.
Indudablemente: desde 1843, Hildebrandt mantuvo una relación directa[8]
con el entonces septuagenario y conocía con precisión el escritorio
de Humboldt en la calle Oranienburger. Y según la propia estimación
de Humboldt, el aún joven pintor paisajístico logró con su acuarela
un esbozo muy cercano a la realidad, de una calidad casi documental.
Esto lo comprueba una inscripción facsimilar sobre la litografía
coloreada: “Una imagen fiel de mi escritorio, cuando escribía la
segunda parte del ‘Cosmos’. A. v. Humboldt”[9].
En efecto, en el retrato, Humboldt aparece
trabajando en un escrito, que interrumpe brevemente – como si en ese
momento un visitante entrara en su escritorio. Sin embargo, este
incansable viajero no escribe sobre la superficie de la mesa, sino
sobre su rodilla derecha, las piernas cruzadas una sobre la otra
como era tan frecuente en él. Tal como muchos de sus contemporáneos
supieron confirmar, la acuarela de 1848 contiene numerosos detalles
que con mucha precisión concuerdan con la realidad vivida del
escritorio berlinés de Humboldt[10].
Da igual que más tarde algunos de los testigos del trabajo de
Hildebrandt se dejaran influenciar retroactivamente[11]:
para nosotros resulta decisivo en esta representación que Humboldt,
como luego en Schrader, escribe sobre su rodilla, practicando una
escritura que está puesta en la imagen como una escritura en pleno
viaje, como una escritura en un diario de viaje. También aquí los
diarios de viaje de Humboldt son ubicuos. ![]() Fig. 4 y Fig. 5: Alexander von Humboldt libreta de notas. © bpk/ Staatsbibliothek zu Berlin-PK/ Carola Seifert
La función referencial de este modo de
representación es innegable. Desde hace largo tiempo que las
investigaciones dedicadas a Humboldt afirman su costumbre de
escribir sobre las rodillas, debido a un padecimiento reumático
contraído seguramente en el Orinoco. Es común referir a esta
posición de escritura al justificar la atípica y casi indescifrable
caligrafía de Humboldt, con su característico y vertiginoso ascenso
de las líneas, hacia arriba y a la derecha – tal como sucede también
en su libreta de notas (Fig. 4 y Fig. 5). Inclsuo una mirada superflua a
los diarios de viaje americanos (Fig. 6) hace evidente la intensidad con la que esta
posición de escritura marca la cali-grafía (Schrift-Bild) de
miles de páginas del diario de viaje.
Por supuesto que no podemos saber con certeza
si las páginas que se encuentran sobre la rodilla derecha de
Humboldt son efectivamente trozos de los diarios del viaje
americano. Sin embargo, y por mucho que este hecho pueda sorprender
a un lector no familiarizado con la historia de los diarios, la idea
no resulta desacertada, aun cuando se trate de la escritura de este
erudito, que para entonces se hallaba casi a fines de su séptima
década de vida. Alexander von Humboldt trabajó, en efecto, a lo
largo de toda su vida en y con sus diarios del viaje americano; no
sólo los leyó de tiempo en tiempo, sino que hasta los últimos años
de su vida escribió, anotó, agregó y corrigió en las páginas de
estos cuadernos. Los diarios del viaje americano de Humboldt son
mucho más que un mero diario de viaje: en cuanto
work in progress, ellos constituyen el verdadero
corazón de la obra completa de Humboldt, acompañando al científico
no sólo en muchos de sus viajes, sino durante toda su vida, a lo
largo de todo su viaje vital.
La acuarela de Eduard Hildebrandt no es, por
supuesto, una fotografía documental, sino una obra artística, que
más alla de cualquier función referencial se inscribe, en cuanto
construcción estética, en determinadas formas de representación,
tradiciones y costumbres visuales. Surge así un espacio del saber,
que es mucho más que el escritorio del erudito prusiano. El
mapamundi colgado en la pared no sólo deja entrever, sino que señala
inequívocamente en qué medida aquí se retrata a un cosmopolita, cuyo
extenso saber, referido a partir de los más diversos libros,
paquetes, mapas, manuscritos y otros materiales, proyecta de cierta
forma un mundo en sí, que se corresponde muy bien con los
determinados modos y medios de representación escenificados.
Sin embargo, el mapamundi en la pared nos
señala aún más cosas. En unión con él, la luz que proviene desde la
izquierda, desde la ventana, crea una constelación de luces y
objetos que nos recuerda aquellos modelos artísticos que en la
historia de la pintura prometían fama y gloria a los artistas.
Numerosas son las referencias que se pueden establecer con uno de
los cuadros más famosos de Jan Vermeer, su
Alegoría de la pintura,
confeccionada hacia 1666 y provista con un sinnúmero de referencias
(Fig. 7). Aun si la luz que cae desde la ventana al lado izquierdo
no ilumina junto a la mesa un mapamundi, sino “sólo” un enigmático
mapa de los Países Bajos, de todos modos resulta evidente la fuerza
con la que el esquema elgido por Vermeer domina la estructura
completa de la acuarela de Hildebrandt. Si sobrepusieramos ambas
figuraciones artísticas, el lugar de Clío, la personificación
alegórica de la historia y de la fama, sería tomado en la
constelación de Hildebrandt por aquel hombre que continuamente se
describiera a sí mismo como “historiador del continente americano” y
que presentara, en su
Examen critique, un
ensayo de reflexión crítica de la primera fase de la globalización
acelerada en el que había trabajado por décadas[12]. ![]() Fig. 7: Jan Vermeer: “Alegoría de la pintura”. Öl auf Leinwand, 120 x 100 cm, um 1666/1688 © Wikimedia Commons
De un cierto modo criptográfico, en
consecuencia, se entreteje en la representación esbozada por
Hildebrandt y realzada en su realismo por Humboldt, un nivel de
representación alegórico, incluso simbólico, que pone en evidencia
que el representado es una personalidad, cuya fama se extiende por
todo el mundo y cuya historia descansa sobre un espacio del saber (Wissens-Raum), que en sus alcances globales ha sido
comprendido en constante transformación y expansión. Al mismo
tiempo, este espacio del saber y de las ciencias de Humboldt es
trasladado a un espacio del arte, una relación reciproca sobre la
cual regresaremos nuevamente.
La continua actividad escritural del retratado
pone también a la vista que esta imagen del saber se escenifica
desde un lugar de la escritura que siempre refiere a otros y móviles
lugares de escritura de este viajero mundial. El saber aparece así
vinculado con un movimiento (de viaje), que a diferencia del cuadro
de Weitsch no es más inmediatamente visible, pero que, en la
interacción entre el mapamundi y la posición del que escribe sobre
su rodilla, despliega una icono-grafía (Bild-Schrift),
en la que el foco puede dirigirse precisamente hacia la práctica
escritural autógrafa (Hand-Schrift)
y hacia la escritura a partir del movimiento. La apelación a la musa
de la historia y de la fama, que Jan Vermeer tradujera a su lenguaje
visual de una manera tan pregnante, no sólo será traducida de un
modo sumamente sutil en la acuarela realizada por Hildebrandt en
1848 a los tiempos de Humboldt, sino además proyectada sobre el
mismo Humboldt. Con ello, se hace visible la configuración central
de su teoría y práctica científicas: una configuración del saber (Wissens-Konfiguration)
que se despliega en una poética del movimiento, en un saber que
surge de los fundamentos mismos del propio viajar.
Aun si la figura del pintor se retira
sutilmente en Hildebrandt de la presencia que Vermeer le había
otorgado y que ésta sólo pueda ser descubierta en la mirada que
Humboldt levanta de su escritura[13]:
en la acuarela de 1848, que sirvió de modelo para numerosos
grabados, se escenifica virtuosamente un recíproco entramado de la
escritura y la imagen, que surge en este espacio del saber del
escritorio, o dicho con más precisión, de la escritura, tal como de
cara a las cosas, tal como en el viaje. Las líneas de fuerza del
mapamundi y del prestigio mundial, del saber y de la obra convergen
en la escenificación de la escritura en los diarios de viaje. ¿Es
posible fundar con más precisión la epistemología puesta aquí en
imagen y vincularla con un análisis de los diarios del viaje
americano? ![]() Fig. 8: Eduard Hildebrandt: “Alexander von Humboldt en su biblioteca en la Oranienburger Straße 67 en Berlin”. Lithographie nach einem Aquarell von Eduard Hildebrandt, 61 x 75.3 cm, 1856 © bpk/ Kunstbibliothek, SMB Dietmar Katz
Para responder esta pregunta, tendremos que
dirigirnos brevemente hacia otra icono-grafía (Bild-Schrift) de otro
espacio del saber (Wissens-Raum).
La intensa preocupación de Eduard Hildebrandt por las dinámicas de
estos espacios la evidencia otra acuarela, no menos eficaz, del año
1856 y que nos muestra a Humboldt en su biblioteca (Fig. 8). Las estrategias de visualización de este
espacio del saber se concentran aquí no en el acto de escritura,
sino en el de la lectura: el retratado no interrumpe aquí la
escritura sino la lectura de un texto. Alexander von Humboldt
aparece sentado en medio de sus libros, un sinnúmero de pequeñas
obras de arte, manuscritos, mapas, documentos y objetos de
colección, que se ofrecen al observador, al menos parcialmente, y
que vuelven a cumplir una función referencial[14].
Además, la relación espacial entre la cabeza de Humboldt y el globo
terráqueo constituye un eje simétrico horizontal al cuadro, que
concentra manifiestamente las líneas de fuerza de este espacio. El
saber mundial, dispuesto en la imagen en la forma de los artefactos
más diversos y que debe focalizarse en la esfera del globo, se
personifica en la figura del sabio mundial, que si bien ya no es
capaz de viajar por el mundo, todavía representa en su “viajar
alrededor del propio cuarto” un saber que se obtiene de los propios
movimientos globales así como de los viajes de otros. La interacción
entre la cabeza de Humboldt y el globo terráqueo estructura un
paisaje de la teoría[15],
un paisaje bibliotecario del saber (europeo) que en la biblioteca de
Humboldt puede ser captado y visibilizado fractalmente.
De la misma forma que en la pose del que
escribe se delinea un doble lugar de la escritura, en el que
destellan a la vez la escritura en el viaje y la escritura en el
escritorio en casa, así también de la aparentemente sosegada
posición de la lectura se despliega un movimiento, que es captado
mediante los diversos artefactos como un
Voyage autour de ma chambre
– para iluminar aquí el título de la novela del escritor
francés Xavier de Maistre, escrita en la cárcel en 1790. Incluso al
interior de la biblioteca del erudito de ochenta y siete años no es
concebible un saber del mundo sin un viajar por este mundo. No
sorprende, entonces, que los diarios de aquel viaje, sobre el cual
se fundara la fama mundial de Humboldt, representen sin duda alguna
el tesoro más importante del espacio del saber humboldteano en la
calle Oranienburger en Berlín. En ellos, no sólo se intersecan las
líneas de fuerza de un espacio del saber esbozadas magistralmente
por Eduard Hildebrandt, sino a la vez la epistemología y la poética
de una escritura que no puede concebirse sin su fundamentación
empírica.
Visualizando una revolución
El gran viaje a los trópicos americanos de
Alexander von Humboldt se sitúa en el contexto del Debate Berlinés
en torno al Nuevo Mundo; un importante debate, con alcances
globales, que se iniciara con la publicación en Berlín de los dos
tomos escritos en francés de las
Recherches philosophiques sur les Américains de
Cornelius de Pauw[16]
en los años 1768 y 1769 y que alcanzara su primer cúlmen con el
discurso pronunciado el 7 de septiembre de 1769 – una semana antes
del nacimiento del más joven de los hermanos Humboldt - por su
contrincante Antoine-Joseph Pernety en la
Académie des Sciences & Belles-Lettres de Berlín.
Sin poder adentrarme aquí en la gran importancia de este Debate
Berlinés[17],
es de todas formas necesario señalar que toda la producción de
Alexander von Humboldt, y en especial sus viajes, fue determinante
para un cambio de paradigma con respecto al discurso sobre el mundo
extraeuropeo que dominaba hasta entonces en Europa. El nuevo
discurso de Humboldt sobre el “Nuevo Mundo” se opuso a una
discursividad ilustrada europea, de la cual podemos nombrar como
representantes al holandés Cornelius de Pauw, a los franceses
Guillaume-Thomas Raynal y Denis Diderot o al escocés William
Robertson.
No resulta difícil comprobar que aquellos
eficaces escritos publicados por el
philosophe voyageur
Alexander von Humboldt pocos años después del término de su viaje
por las regiones equinocciales del nuevo continente le asestaron,
científicamente, un golpe mortal a esta discursividad ilustrada –
dominante en Europa al menos desde la
Histoire naturelle
de Buffon –, ubicada bajo el signo de la inferioridad extraeuropea.
Humboldt mismo supo posicionarse muy bien dentro de estas
apasionadas y fundamentales discusiones, las que no serían
concebibles sin el trasfondo de la segunda fase de la globalización
acelerada. El erudito, ya de regreso del Nuevo Mundo, lo declaró del
siguiente modo, con suma claridad y reflexión metodológica, en la
introducción a sus
Vues
des Cordillères et Monumens des Peuples Indigènes de l‘Amérique,
fechada en París en abril de 1813:
L’ardeur avec laquelle on s’étoit livré à des
recherches sur l’Amérique, diminua dès le commencement du
dix-septième siècle; les colonies espagnoles, qui enferment les
seules régions jadis habitées par des peuples civilisés, restèrent
fermées aux nations étrangères; et récemment, lorsque l’abbé
Clavigero publia en Italie son Histoire ancienne du Mexique, on
regarda comme très-douteux des faits attestés par une foule de
témoins oculaires souvent ennemis les uns des autres. Des écrivains
célèbres, plus frappés des contrastes que de l’harmonie de la
nature, s’étoient plu à dépeindre l’Amérique entière comme un pays
marécageux, contraire à la multiplication des animaux, et
nouvellement habité par des hordes aussi peu civilisées que les
habitans de la mer du Sud. Dans les recherches historiques sur les
Américains, un scepticisme absolu avoit été substitué à une saine
critique. On confondoit les descriptions déclamatoires de Solis et
de quelques autres écrivains qui n’avoient pas quitté l’Europe, avec
les relations simples et vraies des premiers voyageurs; il
paroissoit du devoir d’un philosophe de nier tout ce qui avoit été
observé par des missionnaires.
Depuis la fin du dernier siècle, une révolution
heureuse s’est opérée dans la manière d’envisager la civilisation
des peuples et les causes qui en arrêtent ou favorisent les progrès.
Nous avons appris à connoître des nations dont les moeurs, les
institutions et les arts diffèrent presque autant de ceux des Grecs
et des Romains, que les formes primitives d’animaux détruits
diffèrent de celles des espèces qui sont l’object de l’histoire
naturelle descriptive. La société de Calcutta a répandu une vive
lumière sur l’histoire des peuples de l’Asie. Les monumens de
l’Egypte, décrits de nos jours avec une admirable exactitude, ont
été comparés aux monumens des pays les plus éloignés, et mes
recherches sur les peuples indigènes de l’Amérique paroissent à une
époque où l’on ne regarde pas comme indigne d’attention tout ce qui
s’éloigne du style dont les Grecs nous ont laissé d’inimitables
modèles.[18]
La conciente afirmación de una “revolución
feliz” – consciente de su significado y consciente de sus alcances
globales – en los momentos finales de un debate en el que habían
participado, entre muchos otros, Antoine-Joseph Pernety, “Le
Philosophe la Douceur” alias Zaccaria de Pazzi de Bonneville[19],
Giovanni Rinaldo Carli, Fray Servando Teresa de Mier y Guerra,
Delisle de Sales, Francisco Javier Clavijero, George Washington,
Drouin de Bercy, marca el alto grado de profundidad reflectiva y
epistemológica, que caracterizará la labor humboldteana por largas
décadas y más. Con inconfundibles alusiones a las obras de de Pauw y
de Raynal, Alexander von Humboldt destacaba en el pasaje que
acabamos de presentar no sólo la formación de un nuevo discurso
sobre el Nuevo Mundo, sino también, con miras a “las Indias
occidentales” y a las “Indias orientales”, el surgimiento de nuevas
bases empíricas para la circulación del saber, que habían emergido a
lo largo de todo el mundo extraeuropeo. Humboldt tenía plena
conciencia del hecho – algo que desde nuestra perspectiva actual es
fácil de verificar – que este umbral de época alrededor del 1800,
constatado por él, tendría una importancia fundamental para su su
presente así como para el futuro. Si queremos comprender la posición
histórico-científica, así como epistemológica de Humboldt, no
podemos obviar las controversias del Debate Berlinés en torno al
Nuevo Mundo.
La observación empírica, y con ella las
actividades viajeras y sus perfeccionadas formas de la investigación
de campo, se encontraban en el centro de una nueva y – en el sentido
europeo – moderna episteme, dentro de la cual también se llevó a
cabo el paso de la mera recolección de objetos a una disposición
precisa y reglamentada de las colecciones a partir de los
conocimientos más recientes. Humboldt y su a menudo olvidado
compañero de viaje Bonpland ya no recolectaban objetos para galerías
de curiosidades, sino para colecciones científicas, tal como
existían en las metrópolis y grandes ciudades de Europa, aunque muy
pronto también en determinados lugares del mundo extraeuropeo. Pieza
a pieza, trozo a trozo, las afirmaciones de todos aquellos letrados
como de Pauw, Raynal, Diderot o Robertson, que no conocían por
experiencia propia las regiones del mundo representadas por ellos,
fueron refutadas e invalidadas.
En la jovial semántica de una revolución feliz,
Humboldt retrató un desarrollo que, desde su mirada, se venía
realizando globalmente y que él mismo pudo haber vivenciado como una
salida de los seres humanos de su propia y autoinfligida carga de
prejuicios. Sin las polémicas del Debate Berlinés en torno al Nuevo
Mundo, no hubiera surgido aquella revolución científica, cuyo
protagonista más importante sería acaso el autor de las Ansichten
der Natur y de las
Vues des Cordillères.
Y sin la experiencia y la vivencia de la segunda fase de la
globalización acelerada y sus consecuencias, esta revolución en (y
de) las ciencias a fines de un
Siècle
des Lumières, de un
Enlightenment, de un
Siglo de las Luces
y de una
Aufklärung, que sólo pueden ser comprendidos
como fenómenos globales, no se hubiera realizado de una forma tan
arrolladora. ¿Qué importancia adquieren, entonces, los diarios del
viaje americano de Alexander von Humboldt, dentro del contexto que
acabamos de esbozar?
Primero, hay que dejar en claro: estos diarios
de viaje representan sin duda alguna el monumento científico más
importante y significativo de fines del siglo XVIII y del siglo XIX
dentro de aquel espacio que en un sentido protonacional podemos
designar con el nombre de Alemania; un monumento que a su vez, en lo
que a la literatura de viajes respecta, es la obra más sobresaliente
e influyente (política y socialmente) tanto a escala nacional como
internacional de aquella época. En su núcleo – y junto a los
registros de otros viajes –, estos diarios se refieren al viaje que
durante cinco años, entre 1799 y 1804, Humboldt emprendiera con el
francés Aimé Bonpland a través de los trópicos americanos y marcan,
a nivel tanto científico-natural como científico-cultural, el
decisivo cambio de paradigma hacia una temporalización e
historización de todos los saberes en el contexto de la modernidad
europea, en pleno proceso de constitución[20].
Los diarios de viaje humboldteanos, hasta hoy insuficentemente
investigados, sobresalen por su extraordinaria importancia
histórica, presente y futura, así como por su inconmensurable
potencia simbólica mundial. Resulta difícil encontrar algo que se
les equipare simultáneamente en sus dimensiones
científico-histórica, política, histórico-disciplinaria, literaria y
artística, incluso en un contexto global.
El despliegue de un complejo concepto de la
vida, que venía conformándose en la transición al siglo XIX, trae
consigo en los diarios de viaje humboldteanos el desarrollo de una
precisa y experimental programática, que pone en el centro de una
concepción europea de las ciencias, la práctica de la investigación
de campo en la forma en que ésta determinará a la ciencia moderna.
Incluso aquí habría que establecer las palabras de Humboldt sobre la
révolution heureuse; palabras que, por supuesto, se
realizan en un entramado global de relaciones asimétricas, bajo los
augurios europeos, no pocas veces también eurocéntricos. Los diarios
de viaje documentan también los grandes esfuerzos de Alexander von
Humboldt por abrir su equipo de investigación franco-alemán hacia
las redes regionales y locales. Para Humboldt, las ciencias sólo
podían actuar y tener éxito a escala global.
En este complejo artefacto que conforman los
diarios de viaje, la ciencia humboldteana se constituye, primero,
como una ciencia de la vida, sumamente dinámica y
transdisciplinaria: una ciencia de las vida en sus dimensiones
locales y globales, en sus dimensiones naturales y culturales. A
consecuencia de esto, el amplio espectro de las disciplinas
científicas, tanto naturales como culturales y en pleno proceso de
diferenciación, se extiende desde la astronomía y la antropología,
pasando por la botánica y la edafología, la geografía y la historia,
la geología y la geofísica, por la climatología y la cartografía, la
antropología cultural y las investigaciones sobre el impacto
climático, por la geografía de las plantas y la filología, la
filosofía y la física, por la sismología y la lingüística hasta la
zoología y la historia contemporánea, tanto europea como
extraeuropea. Las consecuencias de las investigaciones humboldteanas
resultan hasta hoy percpetibles globalmente en las ciencias, en las
artes o en la política. Los diarios del viaje americano se hallan en
el centro de estas interacciones transareales[21],
mutuas y polirelacionales entre culturas y pueblos.
Como ninguna otra obra del siglo XIX, la obra
escrita por Alexander von Humboldt a partir de sus viajes (Reisewerk) tuvo
un impacto de inconmensurable alcance, no sólo en la historia de las
ciencias o en la fundación de ciertas disciplinas, sino también en
la política, como por ejemplo con miras a la independencia colonial
hispanoamericana[22]
bajo el signo de las revoluciones europeas situadas en Inglaterra y
Francia, así como con miras a la doble revolución americana
constatda en EE.UU y en Haití. Humboldt resulta aquí un precursor
intelectual de una modernidad global, bajo el signo de un humanismo
abierto. Sus diarios de viaje registran las convulsiones y
transformaciones de su tiempo con precisión sismográfica, jalonan
prospectivamente caminos futuros para disciplinas en formación, como
los estudios precolombinos o la geografía de las plantas y se
establecen con decisión, después de la episteme de los viajes de
descubrimento, dentro de aquel cambio de paradigma en cuyo centro
surgen los modernos viajes de investigación, basados empíricamente
en las investigaciones de campo. Este es literalmente un viaje a la
modernidad, a la ciencia y formas de escritura modernas: Humboldtian
Science y Humboldtian Writing[23],
a la vez.
Ante un trasfondo como éste, los diaros de
viaje de Alexander von Humboldt constituyen un insólito monumento,
tanto en la historia de las ciencias como en la literatura, que
podría compararse, en el primero de los ámbitos nombrados, con las
anotaciones de viaje de Charles Darwin y sus manuscritos y esbozos
preparatorios para
On the Origin of Species,
así como, en el segundo ámbito, a lo mejor, con el libro de Georg
Forster
Reise um die Welt (compuesto a partir del segundo viaje de
descubrimiento de James Cook) o con las
Memorias de Giacomo
Casanova. Y aún así, dentro de este entramado de grandes
comparaciones, los diarios de viajes humboldteanos permanecen
singulares. Ellos constituyen el verdadero corazón de toda la obra
humboldteana y confirman su renombre mundial – y que sigue creciendo
hasta hoy – en cuanto científico, cosmopolita y precursor
intelectual del siglo XXI. Los muy viajados manuscritos de los
diarios del viaje americano contienen la primera expresión genuina
de la conciencia de mundo de Alexander von Humboldt – una conciencia
constructora de puentes y relaciones – y muestran a la vez la
liberación, no siempre sencilla, de los remanentes de aquel discurso
sobre el Nuevo Mundo, que había dominado de manera casi absoluta
durante las últimas décadas del siglo XVIII. En este sentido, los
diarios del viaje americano despliegan no sólo el proyecto
incompleto de una modernidad otra, sino además exponen con toda
claridad las contradicciones de la modernidad europea. Ahora bien,
¿qué debemos entender bajo la expresión “Diarios del viaje
americano”?
Visualizando un viaje que es muchos viajes
Como se sabe, los diarios de viaje de los
viajes de Alexander von Humboldt al mundo europeo y extraeuropeo han
llegado a nosotros de manera incompleta. Dentro de ellos, los
diarios del viaje americano representan sin duda alguna el corpus
central de esta porción – fundamental en muchos sentidos, aunque aún
en su mayor parte invisible – de la
Reisewerk humboldteana, es decir, el conjunto
de obras surgidas de sus viajes.
Debido a la compleja historia de su transmisión
y legado, dentro de la colección que se hallaba hasta fines del año
2013 en posesión de la familia Heinz no se encuentran ni el llamado
“Diario mexicano” ni el diario con el título específico “Isle de
Cuba. Antilles en général”. El primero, sigue a las entradas
registradas en el diario IX y se refiere a Nueva España, comprende
el transcurso de su viaje entre el 20 de enero y el 7 de marzo de
1804 y ya fue editado por Ulrike Leitner[24].
El segundo, escrito por Humboldt seguramente durante su segunda
estancia en Cuba, se encuentra en Cracovia, aún no ha sido editado y
ha vuelto a llamar la atención de los especialistas luego del
trabajo editorial realizado sobre el
Essai
politique sur l‘île de Cuba[25]
de Humboldt.
Hasta ahora y a pesar de su gran importancia,
las remisiones
intratextuales entre los manuscritos aislados y sus
partes sueltas permanece aún sin investigar. En los diarios del
viaje americano, Humboldt mismo llamó la atención en repetidas
ocasiones – por ejemplo en el diario V (Fol. 37v.) – sobre estas
relaciones, creando una red textual sumamente compleja, mediante la
realización en diversos momentos de numerosas referencias cruzadas.
En estas interrelaciones, muchas veces muy artísticas, trabajó
durante toda su vida el autor de Kosmos. Las redes del saber[26]
de Humboldt no se corresponden sólo con las redes de sus compañeros
de letras y corresponsales, sino también con el sinuoso tejido en
red que caracteriza tanto epistemológica como poetológicamente a la
Humboldtian Writing.
La interconexión intratextual de los
manuscritos de Humboldt facilita la identificación de lagunas o
vacíos dentro de este extenso tejido[27].
Así, en el listado que se encuentra en el quinto tomo aparece una
remisión a otra parte más de los diarios de viaje (Tomo XIII), la
que se refiere al camino tomado por el equipo de investigación
franco-alemán desde Filadelfia hacia Burdeos en 1804. Hasta hoy no
hay noticias ni de la existencia ni del paradero de esta parte de
los diarios del viaje americano. Además de los diarios de viaje que
Humboldt enviara a encuadernar en cuero de cerdo en el año de 1858 y
los dos que permanecieron sueltos y resguardados en su escritorio
(Nueva España y Cuba), es muy probable que exista (o haya existido),
junto al diario de Filadelfia-Burdeos XIII, por lo menos un diario
más para que la enumeración de los tomos del I al XIII tenga
sentido. Que los diarios del viaje americano se encuentren
incompletos hasta hoy representa un doble desafío para las
investigaciones sobre Humboldt: recomponer tanto la visibilidad del
conjunto total de los manuscritos de viaje, así como su
accesibilidad para los lectores.
Los hallazgos de los últimos años dan
esperanzas fundadas de que sea efectivamente posible encontrar otros
trozos de los diarios de viaje, aún cuando éstos sean en general
menos abarcadores que el cuerpo general. Si en el futuro será
posible una reconstrucción completa de los diarios, es algo que debe
permanecer incierto. Según una nota en un diario de 1940, la famosa
colección Humboldteana de Arthur Runge, por ejemplo, debía contener,
entre otras cosas, “diarios de viaje en lengua francesa”[28];
es probable que estos diarios de viaje, conservados en ese entonces
en la bóveda de un banco, hayan sido dañados o incluso destruídos
durante la entrada del Ejército Rojo en Frankfurt/Oder.
De todos modos, en el momento actual, no
podemos suponer como punto de partida una pérdida todal y definitiva
de los distintos trozos aislados del diario. La experiencia con la
así llamada libreta de notas de Humboldt, perteneciente a la
colección Runge – un invaluable original, que recientemente fue
adquirido por la Biblioteca del Estado de Berlín – nos enseña que
incluso en este ámbito no todas las esperanzas son vanas. Al fin y
al cabo, sólo hace unos años fue recuperado en España el
laissez-passer otorgado por la administración
colonial a Humboldt y Bonpland – en cierto modo la llave para entrar
en las colonias americanas[29].
Es de esperar que estos no sean los únicos hallazgos, y dados la
dirección e interés de las investigaciones que se realizan hoy, es
muy probable que éstos conciernan principalmente a los manuscritos
relacionados con América.
Si nos concentramos en los diarios del viaje
americano, que desde fines del año 2013 pasaron de la colección
privada de la familia von Heinz a los fondos de la
Stiftung Preußischer Kulturbesitz
(Fundación de Patrimonio Cultural Prusiano), es
posible decir – luego de una inspección de los manuscritos que
realicé en febrero de 2013 a petición de la Fundación mientras
estaban almacenados provisionalmente en la casa de subastas
Christies en Londres – que los diarios I hasta el IX (sobre los
cuales se concentró principalmente mi examen) se encuentran en
general en un muy buen estado de conservación, siendo que los libros
VII a y b, VII bb y c, VIII y IX están escritos en formato in-folio,
mientras que los otros en cuartillas. Todos los demás pliegos,
colectáneas, notas, apuntes y toda la variedad de materiales
añadidos a los diarios que son de gran relevancia para la
relacionalidad tanto intratextual como intertextual de los
manuscritos, se hallan también en buen estado. Estos diarios
han sido puestos a disposición de los
investigadores a partir de diciembre de 2014
en formato digital (http://humboldt.staatsbibliothek-berlin.de).
El
examen en Londres demostró que todos los materiales, esbozos,
apuntes, notas, documentos adjuntos y agregados que se refieren a
las partes de los diarios de viaje sobre la ascensión del
Chimborazo, la navegación del Orinoco, del Casiquiare y del Río
Negro o el viaje entre Cuenca y Caxamarca están presentes en su
totalidad y en un estado de conservación muy bueno y sin
modificaciones. Estos documentos y la diversidad de su materialidad
tienen una importancia inconmensurable, sobre todo si deseamos
editar, fijar y reinterpretar sistemáticamente la cronología y
genealogía de los diarios, así como su organización, incorporando
las características materiales (distintas calidades de papel, tipos
de tinta, artículos de escritura, etc.) de los documentos. Incluso
las condiciones legales para la investigación de los materiales y
aspectos mencionados, por largo tiempo precarias y deficientes, han
sido aclaradas desde fines del año 2013.
La calidad y conservación material de los
trozos de los diarios del viaje americano que nombramos pueden
describirse en general como asombrosamente buenas, considerando los
extensos caminos recorridos por ellos y sus posteriores lugares de
almacenamiento. Se trata de documentos y materiales extremadamente
expresivos y a la vez espectaculares, que en su conjunto poseen el
impresionante carácter de piezas de exhibición. Sobre el caracter
artístico específico de los diarios del viaje americano volveremos a
hablar en detalle más adelante.
El conjunto de estos manuscritos fue provisto
por Alexander von Humboldt con una numeración de páginas continua. A
esta numeración se le agregó después de la segunda Guerra Mundial,
luego del almacenamiento de los diarios de viaje en la Unión
Soviética, una segunda y divergente paginación, la que, como lo nota
una edición de los materiales sobre la ascensión al Chimborazo[30],
resulta pertinente, aunque requiere también de correcciones. La
numeración lineal no sólo no logra hacer justica a la lógica
relacional de los diarios de viaje humboldteanos y su complejo
sistema de referencias, sino necesita además en sí misma ser
revisada, puesto que en muchas ocasiones (como el ejemplo de la
ascención al Chimborazo) separa o porciona trozos de textos que se
hallan íntimamente imbricados entre sí. Los intentos editoriales
realizados hasta ahora, apoyados en las labores del centro de
investigación Alexander von Humboldt de la, en ese entonces,
Academia de las Ciencias de la RDA, son sin duda muy meritorios,
pero hay que considerarlos insuficientes debido a su arbitraria
forma para unir los materiales y secciones de textos.
Selecciones de pasajes de los diarios de viaje
han sido editadas en las décadas pasadas. Junto a las tres ediciones
de los diarios más conocidas y realizadas por el centro de
investigación mencionado – 1982 sobre “Latinoamérica en vísperas de
la revolución de independencia”[31],
1986 a 1990 en dos tomos sobre el así llamado “Viaje por el Río
Magdalena”[32]
así como 2000 sobre el denominado “Viaje por Venezuela”[33]
– encontramos otras ediciones parciales (realizadas por Paul Kanut
Schäfer 1989, entre otros[34])
así como la ya mencionada y muy precisa edición del episodio del
Chimborazo, que dado el caso puede servir como orientación para
ediciones futuras. Con excepción de esta última, que aún así es una
edición que sólo contiene un pequeño trozo del viaje, todas las
otras ediciones mencionadas, a pesar de su relevancia histórica, no
cumplen con los estándares filológicos actuales. Esto se debe a la
complejidad textual interna, aunque también a la cualidad estética
de los diarios del viaje americano. La creación de un nuevo
fundamento textual resulta esencial e irrenunciable, sobre todo bajo
la consideración de aquello que podríamos describir como una
investigación básica asegurada filológicamente.
Después de que la Unión Soviética devolviera
los diarios del viaje americano a la RDA, el centro de investigación
Alexander von Humboldt de la Academia de las Ciencias, ubicada en
ese entonces en Berlín del Este, emprendió una transcripción
completa de los diarios, realizada por Gisela Lülfing en el marco de
un proyecto dirigido por Kurt-R. Biermann. Esta transcripción, cerca
de 4500 páginas mecanografíadas a partir de un difícil y largo
desciframiento, por muy útil y meritoria que sea, requiere de una
revisión profunda, debido no sólo a algunos errores de lectura, sino
también a su confuso ordenamiento. Al mismo tiempo, ésta representa
una base indispensable para investigaciones futuras, puesto que
ofrece un acceso claramente más fácil a la, en muchas ocasiones,
indescifrable caligrafía de Alexander von Humboldt.
En el año 2000, los diarios del viaje americano
pudieron ser reproducidos en microfilm en la Biblioteca del Estado
de Berlín, aunque lamentablemente no alcanzaron a ser digitalizados
antes de su devolución al Palacio de Tegel y a la familia von Heinz.
Dados los problemas aquí sugeridos, una digitalización realizada con
los medios técnicos actuales es imprescindible, aunque, por
supuesto, no puede reemplazar el acceso a la materialidad de los
diarios. Ya nos lo enseñó con toda claridad el trabajo realizado con
los diferentes textos sobre la ascensión del Chimborazo en los
diarios del viaje americano de Humboldt: sin investigaciones sobre
el papel, soportes materiales, tinta, herramientas de escritura y
métodos de adición de notas, colectáneas, etc., no es posible
ofrecer ni una reconstrucción precisa de los procesos de producción
de los textos ni de las secuencias textuales dentro de los diarios
de viaje.
Los diarios del viaje americano representan con
seguridad la visualización más compleja de el/los viaje/s
humboldteanos; sin embargo, a la visibilidad de las huellas
dispuestas en ellos, es necesario agregar una visibilización mucho
más amplia. Esto concierne no sólo al desciframiento y transcripción
de la letra humboldteana, sino también a las relaciones entre
escritura e imagen así como entre práctica escritural autógrafa y
cali-grafía, con la inclusión de una polidimensionalidad estética,
que hasta ahora ha sido sobreanamente ignorada por las
investigaciones de la especializada
Humboldt Industry.
Los diarios del viaje americano nos ponen ante
los ojos, en primera línea, aquel “escribir de cara a las cosas” que
era tan importante para Alexander von Humboldt y que resulta
decisivo para una comprensión de la epistemología de la ciencia
humboldteana. Humboldt unió a esta fundamentación empírica de los
objetos expuestos por él la frescura y viviacidad de su
representación (literaria), la que ingresó de forma intratextual
también en sus publicaciones y libros posteriores. La gran cantidad
de datos sobre topografía, geomorfología, sobre flora y fauna, sobre
la población y sobre la infraestructura de los caminos recorridos
por él, permiten una reconstrucción sustancialmente más precisa de
su intinerario, el que hasta ahora, debido a la falta (o mejor
dicho, a la inaccesibilidad para los investigadores) de estos datos,
no había podido llevarse a cabo.
Ahora bien, aquí es necesario considerar a su
vez que ya en el diario existen muchos pasajes que Humboldt jamás
podría haber escrito
in situ, sino que los desarrolló con mayor
extensión y dentro de un contexto más amplio, una vez conseguida una
cierta distancia temporal. Al observar con mayor precisión todo el
aparato de sus anotaciones e informes, queda en evidencia que
Humboldt siempre dejaba muchas páginas en blanco, para volver a
llenarlas en un momento posterior, ya fuera con una representación
sinóptica o con un resumen temáticamente centrado. La estructura
itineraria es, por lo tanto, sólo
una – y por ningún
motivo la hegemónica – estructura de los diarios del viaje
americano. Éstos se basan mucho más en una estructuración abierta,
no-lineal e inconfundiblemente relacional.
Junto a la escritura de cara a las cosas y las
representaciones sinópticas – sean temáticas o técnicas – , estos
manuscritos del viaje contienen además numerosos pasajes, trabajados
literariamente, que dan elocuente testimonio de las impresionantes
habilidades literarias de Alexander von Humboldt. Con estos pasajes
no me refiero únicamente a las innumerables viñetas, con las que
Humboldt confeccionó, aunque fuera en muy pocas líneas, pequeños
monumentos literarios para muchas personas que conoció en su viaje.
De lo que aquí se trata más bien es de puntos cúlmines,
literariamente creados, en la representación de ciertos tramos de su
viaje, que serían posteriormente reutilizados por él en distintas
formas, como por ejemplo en su
Relation historique, publicada décadas después,
o en sus
Ansichten der Natur
o las
Vues
des Cordillères, en los
Kleineren Schriften y
en el
Kosmos.
Los diarios del viaje americano le sirvieron a
Alexander von Humboldt por más de medio siglo como sustancial punto
de referencia para una concepción científica y literaria fundada
empíricamente, dentro de la cual él buscaba conseguir – como lo dijo
en el prólogo a la segunda y tercera edición de sus
Ansichten der Natur
fechado en marzo de 1849 – la “vinculación de una finalidad
literaria y de una finalidad puramente científica”[35].
La unidad indisoluble, aunque no por eso indistinguible, de la
ciencia y la literatura, del saber y el arte: ella es fundamental en
la escritura de Humboldt, así como en su comprensión de fenomenos
artísticos y literarios.
La complejidad material, medial, genérica y
textual de los diarios del viaje americano es inconmensurable,
incluso para los lectores/as que están familiarizados con la obra de
Humboldt. Ellos contienen innumerables adiciones, adendas,
corrigendas, esbozos, dibujos, mapas, planos, tratados, retratos y
viñetas literarios, papeles pegados, informes recortados, notas
adicionales, frutos de la lectura en forma de colectáneas o de
referencias intertextuales así como inserciones paratextuales,
innumerables diagramas y sobre todo tablas con precisas indicaciones
de tiempo y de lugar, además de una serie de cartas: todos estos
componentes tan diversos exhiben una vívida y viviente escritura que
sale del movimiento y que está en movimiento. Estos materiales
inscritos, pegados, intercalados nos entregan importantes
indicaciones sobre las redes locales, regionales, areales y
transareales que Humboldt mantuvo y desarrolló durante sus viajes, y
permiten también deducir de ellos el transcurso de ciertas jornadas,
encuentros, lecturas y ediciones utilizadas.
Los diarios de viaje no representan ni un
conjunto orgánico ni una sencilla suma del saber humboldteano; más
bien, permiten profundas inspecciones en los procesos,
contradicciones y quiebres epistémicos, que vistos desde una
perspectiva actual, condujeron a la conformación de una ciencia e
investigación de campo bajo el signo de la modernidad. Con su
presencia material, ellos atestiguan de modo impresionante que
Alexander von Humboldt no fue el último polímata u
homo
universalis o el último adalid de un
saber monádico, sino que ya desde el principio de su viaje a los
trópicos americanos, comenzaba a convertirse en personero y agente
de una nueva y nómada interpretación del saber y de las ciencias.
Relaciones transareales, transdisciplinarias, así como inter- o
transmediales resultan ubicuas en estos manuscritos tan importantes
desde una mirada histórica y científica.
Sin una investigación cronológica y genealógica
lo más precisa posible de los diarios del viaje americano, sólo
seremos capaces de comprender de una manera muy estrecha cómo se
produjeron reorganizaciones y un cambio de paradigma decisivo tras
el fin de la historia natural[36]
y cómo se llegó al surgimiento de una
Humboldtian Science y
de un
Humboldtian Writing. Las adiciones y
anotaciones, provenientes de distintos momentos, algunas fechadas,
la mayoría sin fechar, esbozan en su ejecución con distintas tintas
y distintos utensilios de escritura una verdadera
imagen
de movimientos y mociones (Bewegungsbild) del
saber, así como sus formas de representación y sistematización en la
segunda fase de la globalización acelerada – ejecutadas en un
recorrido de la escritura que en sí mismo atraviesa distintas
lenguas. El constante intercambio entre el francés y el alemán,
aunque también entre el latín y (en mucho menor medida) el español,
caracterizan junto a numerosas citas y frases asperjadas,
provinientes de otras lenguas, en especial de las indígenas, un
tejido políglota que no comete la falta de representar el (Nuevo)
mundo desde la perspectiva de una sola lengua. Los constantes
cambios de perspectivas en Humboldt se encuentran también en los
intercambios translinguales que destacan incesantemente a su
escritura. Los diarios del viaje americano son los diarios de un
viaje que es muchos viajes – y no sólo porque en sus páginas también
se encuentran las relaciones de los viajes de Humboldt al sur de
Francia o a Inglaterra, a España o a Italia. Visualizando y visibilizando lo no visible
La polidimensionalidad estética de las
referencias iconotextuales entre imagen y escritura, los cambios de
color en la tinta, del tamaño de la letra, de las formas de
escritura y de las lenguas permiten que surja una caligrafía
sumamente artística y dinámica, que en su procesualidad abierta es
de una importancia inconmensurable para la historia de las ciencias,
así como para la historia del arte y de la literatura más allá de
toda delimitación nacional. Los diarios de viaje constituyen un
documento experimental que desacata soberanamente todas las
delimitaciones disciplinarias, así como las delimitaciones en
naciones o lenguas nacionales y que, en un sentido muy humboldteano,
vincula el científico arte de la separación química con la síntesis
de la creatividad artística.
En un sentido sustancialmente más amplio que en
los dibujos, esbozos y textos de Charles Darwin[37]
en la preparación de
On the Origin of Species, las referencias
humboldteanas entre imagen y texto, entre escritura de la imagen e
imagen de la escritura, ofrecen un iconotexto – estética, histórica
y científicamente impresionante – que sólo puede ser examinado e
investigado de forma adecuada a partir de su materialidad y
medialidad.
Toda la extensión de la ciencia humboldteana,
desde la antropología hasta la zoología (incluyendo las disciplinas
fundadas por Humboldt: los estudios precolombinos o la geografía de
las plantas), se ilumina en sus múltiples dimensiones desde las
ciencias naturales y las ciencias culturales en estos diarios de
viaje que – como debiera haber quedado claro – son mucho más que una
simple crónica itineraria. Los diarios del viaje americano descubren
para los ámbitos científicos más diversos un tesoro fundamental,
imposible de encontrar en ninguna otra colección. Este tesoro es –
para decirlo con un concepto tomado de las artes – un móvil del
saber, que Humboldt explícitamente – en última instancia también
holográficamente – y con buenas razones deseaba hacerlo asequible a
la opinión pública después de su muerte.
Alexander von Humboldt ya había dispuesto en
1838 en un testamento que sus diarios de viaje habrían de ofrecerse
públicamente en Berlín para fines científicos. Humboldt tenía plena
conciencia del tesoro que sostenía en sus manos y que hacia el final
de su vida hizo encuadernar: son los diarios de abordo de un viaje
vital, que encontró expresión dentro de estas páginas en sus
distintas fases; son los diarios de viaje de una ciencia, cuya
configuración epistemológica en su orientación hacia una
transdisciplinaria ciencia de la vida más allá de cualquier
actualización no ha perdido nada de su actualidad; y son los pliegos
de un arte de la visibilización, que se extienden desde la
visualización del saber hasta la visibilización de sus constructos
teoréticos y epistemológicos. Ahora bien, ¿qué se hace visible
dentro de estas páginas? ¿y cuándo y cómo?
Los diarios de viaje contienen un gran número
de esbozos y dibujos que con frecuencia fueron utilizados, claro que
bajo otras formas, dentro de la obra de Alexander von Humboldt
surgida de sus viajes, es decir, en los treinta tomos que conforman
su
Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau
Continent. Los dibujos de Humboldt sirvieron
así en muchas ocasiones de base para las reelaboraciones artísticas
que habrían de integrar esta obra gigantesca y que el erudito confió
especialmente a grabadores, pintores o artistas profesionales. Sin
embargo, en tanto investigador de la naturaleza, Alexander von
Humboldt contaba necesariamente con una formación gráfica, que
resulta evidente en la precsión y plasticidad de sus numerosos
dibujos de plantas o animales.
Dentro de estos últimos, se trata ejemplarmente
del registro y descripción de especies de peces desconocidas hasta
ese entonces. Aquí, la representación gráfica del animal que será
diseccionado a continuación toma normalmente una posición central,
desplazando lo visible a la mitad de la página (Fig. 9). A estos
dibujos, realizados casi siempre con impresionante seguridad y
plasticidad, los acompaña un texto descriptivo y científico que en
la mayoría de las veces se sitúa debajo del dibujo y que en general
está escrito en latín. En este espacio, de cierta forma subordinado
al dibujo, se reseña y clasifica normalmente lo visible, se explican
determinadas características – por ejemplo las escamas que el dibujo
sugiere –, construyendo así a primera vista una relación simple
entre el texto y la imagen: el texto describe lo que la imagen
muestra; y la imagen ilustra lo que el texto explica. Sin embargo,
las cosas no son tan sencillas.
Ya en este nivel entra en juego una dimensión
que podemos designar como iconotextual y que consiste en que el
texto jamás se reduce a representar con conceptos, palabras y
ciertos giros aquello que el dibujo muestra y visualiza con sus
propios medios. El texto latino incorpora, más bien, los resultados
de la disección, visibilizando aquello que aparece en cierto sentido
bajo la intacta superficie del cuerpo del animal. El arte del
dibujo, el arte gráfico contrapone al arte de la disección
científica, del desmontaje analítico, una especie de elemento
sintetizador, en el que se expresa la totalidad y el conjunto del
pez. Allí donde el arte analítico de la ciencia secciona y
descompone a la vida irreversiblemente, expulsa para siempre a la
vida de su objeto, el arte del dibujo, vivificador en cierta forma,
permite surgir al menos una imagen cercana a la vida del pez, que en
el texto – en la mayoría de los casos en francés o en alemán – se
enriquece con diversas anécdotas sobre la vida, el comportamiento o
la captura de estos animales. De este modo, la imagen y el texto se
arrogan distintas funciones dentro de aquello que podemos describir
como una humboldteana ciencia de la vida. ![]() Fig. 11: Diarios del viaje americano VII a u. b, 220v: trazado hidrográfico. © Staatsbibliothek zu Berlin-PK
![]() Fig. 12: Diarios del viaje americano VII a u. b, 220r: trazado hidrográfico. © Staatsbibliothek zu Berlin-PK
Esta interacción puede reunir tambien distintas
especies dentro de una pequeña “colección”, que traslada aquello que
ha sido recopilado en investigaciones de campo a la forma ordenada
de una exhibición, especie de museo sobre el papel. La
representación de tres peces (Fig.
10) contiene aquí también un sinnúmero de
elementos que infringen el caracter referencial entre la imagen y el
texto, palabras que se inmiscuyen directamente en el dibujo,
adiciones en otras lenguas que se intercalan en las aclaraciones
científicas escritas en latín. Esto eleva considerablemente la
complejidad de las informaciones y sus diversos modos de remitirse
entre sí; a la vez, las fronteras entre “las ciencias” y “el arte” –
en el sentido humboldteano de una interacción entre órdenes del
saber diferentes – se ven constantemente atravesadas. Por lo demás,
la adición de ciertas llamadas y referencias bibliográficas expone
ante la mirada con cuánta intesidad se trata aquí no de segmentos de
un saber cerrado, obtenidos gracias a las investigaciones de campo
realizadas durante el viaje, sino del surgimiento de una ciencia en
movimiento, que sabe a su vez presentarse como un
work in progress.
Ningún ámbito del saber está cerrado dentro de los diarios de viaje
de Humboldt: en lugar de lo monádico nos encontramos una y otra vez
con lo nómade.
Dentro del ámbito de la visualización de lo
visible se cuentan también, por supuesto, los numerosos esbozos de
mapas y trazados hidrográficos adjuntos a los diarios de viaje.
Estos constituyen sin duda alguna los primeros estadios del arte
cartográfico de los Atlas en la obra americana de Humboldt, que
elevaron la representación cartográfica del “Nuevo Mundo” –
compárense los trabajos cartográficos de Humboldt con aquellos de
las obras de Raynal o de Robertson – a una nueva etapa de precisión,
aunque también de elaboración y plasticidad artística.
Las representaciones de estos trazados
hidrográficos, que obviamente están íntimamente relacionados con el
“verdadero” itinerario del diario de viaje, siguen una ordenación y
una forma de representación que se repite constantemente (Fig. 11). El curso
del río se registra con sus sinuosidades sobre la hoja con una
dirección que por lo general va de norte a sur; puntos destacados,
desembocaduras o mejanas se señalan con nombres o denominaciones de
diversas procedencias. Además, se agregan listas de las mediciones
realizadas en determinados puntos, así como textos aclaratorios que
de cierta forma enmarcan el curso del río. En algunos casos se
adjuntan también mapas detallados (Fig. 12) de algunos
puntos del río, que rellenan los márgenes que Humboldt había dejado
libres anteriormente.
En ningún otro lugar resulta más gráfica la
inevitable limitación de la mirada con la que los viajeros
atraviesan las regiones que visitan: por muy precisas que sean las
determinaciones de todas las sinuosidades del río,
impresionantemente se nos pone ante los ojos cómo van desapareciendo
de la propia investigación las regiones que se extienden hacia la
izquierda o derecha del río. La sumamente precisa visión en tunel
que resulta de la navegación de los ríos y afluentes, contrasta con
las superficies en blanco que rodean a la sinuosa linea del
itineriario que se ha hecho visible.
En estas superficies, sin embargo, se apuntan
los textos que logran apaciguar al “horror vacui” que provocan las
superficies de tierra dejadas en blanco, en la medida que en ellas
se inscriben comentarios, referencias a las relaciones de viajes de
otros autores, mediciones propias y también lo escuchado de otros
habitantes, testigos o viajeros. Humboldt documenta aquí una vez más
cuán directa y reflexiva es la técnica de ocupación – en este
contexto de verdad un iridiscente concepto de las disciplinas
científico-visuales – de las páginas de sus diarios. La
visualización de lo registrado en la visión en
tunel es acompañado de la
visibilización
de aquello que necesariamente se sustrae a los viajeros del campo de
lo visible.
La visibilización de lo no visible (claro que
sólo para los viajeros mismos) es aquí incumbencia del texto
escrito, que adopta una función gráfica y cartográfica. Los
comentarios y observaciones que Humboldt registró incluso en los
mapas publicados en sus Atlas se convierten en componentes de un
esbozo gráfico que incluye necesariamente una interacción entre la
imagen y el texto en el mismo dibujo cartográfico. La cali-grafía
resulta un componente indispensable de la carto-grafía, en la que la
práctica escritural autógrafa – o sea, los rasgos trazados por la
mano de Humboldt – y los márgenes generados por ella, desempeñan un
papel fundamental en la figuración y estructuración gráfica. La
visibilización de lo no visible (para los viajeros) se vuelve así
tarea del texto escrito, el que en cuanto cali-grafía adopta a su
vez una función tanto gráfica como cartográfica. La cali-grafía, es
decir, la composición gráfica de la escritura, hace visible lo que
no podía ser visto.
Dentro del amplio abanico entre la
visualización de lo visible y la visibilización de lo invisible se
ubican todas aquellas representaciones que intentan hacer visible
aquello que ha permanecido necesaria e inevitablemente oculto para
el ojo de cada uno de los viajeros que atraviesan los paisajes aquí
descritos. En este campo se cuentan especialmente los esbozos que
Alexander von Humboldt realizó, dentro de la excelente tradición de
Friburgo, de las sedimentaciones geológicas en distintos estratos (Fig.
13). Puesto que lo que aquí se dibuja, se
enseña sólo en cantidades reducidas en la superficie, en los
relieves geomorfológicos de un paisaje determinado. Se necesitan
extensas investigaciones de campo para poder identificar y exponer
las capas de sedimentación que se han acumulado sobre la roca
arcaica. La técnica de representación y la precisión de los dibujos
de Humboldt son impresionantes y satisfacen incluso las exigencias y
requisitos geológicos y geomorfológicos que todavía dominaban los
manuales de geografía de la primera mitad del siglo XX.
Sus estudios en la famosa Academia de Minas de
Friburgo en Sajonia proveyeron al joven Humboldt, que en el servicio
de minería prusiana ascendió en cargos con suma rapidez, los
conocimientos necesarios para deducir directamente las posibilidades
fácticas y lucrativas de futuros trabajos de minería a partir de la
observación y análisis de las sedimentaciones geológicas (Fig. 14). También aquí se visibiliza lo que no era
inmediatamente visible para los viajeros y la interacción entre
imagen y texto adopta una vez más una importancia fundamental. Surge
así una imagen cartográfica que no tiene como meta las dos
dimensiones de la línea y la superficie, sino la tercera dimensión,
que aquí se registra en las alturas de las superficies visibles o en
las profundidades de los sedimentos geológicos. La cali-grafía
adopta así la función de un trazado gráfico, en la medida en que la
escritura, trazada con diversas inclinaciones y que atraviesa todo
el conjunto, llama la atención sobre las relaciones estructurales
entre imagen y escritura. En la cali-grafía, la escritura es grafía,
es trazo e imagen. ![]() Fig. 15a: Diarios del viaje americano VII bb u. c, 364r: estratovolcán. © Staatsbibliothek zu Berlin-PK
![]() Fig. 15b: Diarios del viaje americano VII bb u. c, 412r: croquis del Rucu-Pitchincha y Guagua-Pitchincha. © Staatsbibliothek zu Berlin-PK
Dentro de las visualizaciones y
visibilizaciones de lo invisble se cuentan también todos los esbozos
que pretendían, con la ayuda del dibujante, delinear los estados
precedentes de un paisaje volcánico en constante transformación. Las
evidentes relaciones entre los distintos estratovolcanes andinos en
los actuales Colombia, Ecuador y Perú, impulsaron a Humboldt una y
otra vez a intentar reconstruir la forma “original”, o al menos la
forma previa de los volcanes a partir de los remanentes de formas
volcánicas que tenía a disposición. Estos ensayos se remontan ya a
la visita a la isla de Tenerife a comienzos de su viaje a los
trópicos americanos, cuando Humboldt ante la forma del Pico del
Teide intentó reconstruir una forma previa de todo el volcán a
partir de una investigación de la enorme caldera (Fig.
15a y 15b). De este modo y en unión con algunos
pocos agregados escritos sobre el papel, aunque al mismo tiempo con
una amplia gama de aclaraciones científicas, los esbozos y dibujos
de lo visible así como de lo inferido intentan reconstruir mediante
algunos indicios un estado previo que no es más visible para el
observador, pero que es necesiario hacerlo visible y contemplable.
En la ciencia humboldteana, incluso en el ámbito de los sedimentos
geológicos, nada es estático: todo está captado en movimiento, en
constante mutación y transformación. De tal modo que el movimiento
no se asienta por ningún motivo sólo en el viajero, sino también en
los objetos que él contempla; da igual si estos objetos pertenecen
al reino natural o cultural. Todo se mueve y resulta comprendido en
estos movimientos con la ayuda de itinerarios, mapas, esbozos,
relatos, mediciones, diagramas y tablas. Visualizando lo invisible
El constante movimiento y transformación del
viajero y de los objetos, así como del saber sobre éstos, se pone en
evidencia también en un ámbito del espectro de la escritura gráfica
humboldteana, que hasta ahora sólo ha sido atendido de manera
reducida. Me refiero a las numerosas tablas o tableaux[38],
cuya importancia polidimensional no puede ser subestimada a pesar
del tratamiento marginal que se les ha dado, y que en una primera
hojeada de los diarios de viaje saltan formalmente a la vista. Las
extensas columnas de cifras y datos, en algunos casos completadas a
posteriori, y en muchos otros continuamente actualizadas, y que en
las ediciones parciales de los diarios del viaje americano sólo han
sido publicadas, en el mejor de los casos, en fragmentos,
constituyen una invaluable fuente para las investigaciones sobre el
clima y el impacto climático, para la astronomía y la astrofísica,
para la cartografía y la lingüística, para la biología y la
geodesia, para la botánica y la zoología, para la sismología y la
glaciología, así como también para las investigaciones sobre la
esclavitud, sobre la circulación de bienes en la economía extractiva
de las colonias o para la teoría de la globalización, en la que
Alexander von Humboldt trabajó durante toda su vida insistentemente.
Incluso en su obra rusa
Asie
Centrale, Humboldt recurió a las recopilaciones
de datos (actualizadas) provenientes de sus diarios del viaje
americano para hacer confluir una serie de mediciones climáticas
asiáticas con datos americanos y poder reflexionar en torno a
problemas geoecológicos, con miras a la sustentabilidad[39].
Mediciones, diagramas y tablas: todos tras la huella de los
movimientos (regulares) y con ello tras la huella de la vida (de la
humanidad, del planeta, del cosmos).
Los diarios del viaje americano permiten así
comprender en movimiento la ciencia humboldteana, examinarla a fondo
en su materialidad, en cierta forma en su momento de escritura de
cara a las cosas, y a su vez, perspectivizarla en dirección a
futuras relaciones transareales. ¿No intentó Humboldt siempre
relacionar las mediciones obtenidas en una región con los datos de
otras regiones? De este modo, bajo una determinada serie de datos se
oculta siempre otra y las tablas o tableaux remiten así, las unas a
las otras, recíprocamente; además, los datos contenidos en ellas
permiten también deducir concretos cursos del viaje, al igual que la
organización de las jornadas y el ritmo de sueño de los
investigadores durante su viaje americano.
Debido a su estrutcuración material y a su
lógica relacional, una simple transcripción de las numerosas tablas
y una simple digitalización de la superfice del texto no será capaz
de comprender o fijar nunca de manera adecuada la complejidad
científica y estética de los diarios. Las secuencias de datos – da
igual si se trata de mediciones astronómicas, temperaturas, fuerza
de los vientos, cantidades de metales preciosos, estadísticas de
población o cifras de exportación – se encuentran por lo común
dispuestas en la mitad de la página, generando así, mediante su
clara organización horizontal y vertical en filas y columnas, una
imagen fácilmente comprensible de los resultados obtenidos por las
investigaciones de campo (Fig. 16).
Sin embargo, estos datos son confrontados desde
los márgenes, a veces también en las mismas columnas, por las
adendas más diversas, que se insertan en la disposición gráfica de
la escritura en la página, ya sea rodeadas por un círculo o
subrayadas, aunque siempre con un grado de inclinación distinto. La
vectorización, que en no pocas ocasiones se da en sentidos opuestos,
de todos los componentes de una página con tablas exhibe así fuertes
contrastes entre los campos organizados en forma regular y los
campos aparentemente caóticos de las páginas correspondientes en el
diario de viaje. Las adiciones más diversas, la utilización de
distintas tintas, la aplicación de caligrafías muy disímiles entre
sí y los sistemas de referencias de tipo intra- e intertextual, con
frecuencia intercalados espontáneamente, vuelven obsoleto cualquier
intento de imponer una dirección de lectura lineal y continua por
sobre la multidireccionalidad de las partes aisladas.
Las páginas de los diarios del viaje americano
ofrecen con su abierta poligrafía un cuadro fascinante y
polifacético que no ambiciona ninguna uniformidad. A través de los
largos años y décadas de este
work
in progress jamás surgió una estructura textual
uniforme u ordenada disposición gráfica de la escritura, sino una
multiplicidad de grafismos de un universo imposible de reducir a una
linealidad: un universo compuesto “en su núcleo”, como los mismos
diarios del viaje americano, de relaciones y de estructuraciones
relacionales. No es gratuito que Humboldt, precisamente en sus
diarios de viaje, encontrara el teorema fundamental para la ciencia
humboldteana: “Alles ist Wechselwirkung”, es decir, “todo es
interacción”[40].
Esto es válido también para las interacciónes entre la escritura de
la imagen, la imagen de la escritura y la práctica de la escritura
en estos muy viajados manuscritos. ![]() Fig. 18: Cy Twombly: „Letter of Resignation”. (Detail) Pintura industrial, lápiz y grafito sobre papel, 38 partes, cada una de 25.5 x 25.5, cm, 1959-1967
En efecto: con vistas a los diarios de viaje de
Humboldt es muy plausible hablar de grafismos y vincularlos con
aquellos grafismos que son característicos, en un contexto histórico
y artístico muy diferente, para las creaciones de Cy Twombly. Obras
como “Virgil” de Cy Twombly, del año 1973 (Fig. 17; así como “Letter of resignation”
(1959-1967),
Fig.
18), dirigen la atención a las multiformes
texturas y grafismos, tal como éstas atraviesan los diarios del
viaje americano, otorgándole un efecto de profundidad tan complejo y
conmovedor. Fueron precisamente estos grafismos los que impulsaron
al teórico literario y cultural francés Roland Barthes a realizar
una importante distinción en el apartado introductorio bajo el
título de “Ecriture” de su ensayo “Cy Twombly ou ‘Non multa sed
multum’”, publicado por primera vez en 1979:
Distinguons donc le message, qui veut produire
une information, le signe, qui veut produire intellection, et le
geste, qui produit tout le reste (le «supplément»), sans forcément
vouloir produire quelque chose. L’artiste (gardons encore ce mot
quelque peu kitsch) est par statut un opérateur de gestes: il veut
produire un effet, et en même temps ne le veut pas; les effets qu’il
produit, il ne les a pas obligatoirement voulus; ce sont des effets
retournés, renversés, échappés, qui reviennent sur lui et provoquent
dès lors des modifications [...].[41]
¿No podemos acaso vislumbrar en los diarios de
viaje de Humboldt, junto al mensaje que apunta a la transmisión de
informaciones y junto al signo que busca producir una intelección,
aquella tercera diemensión del escritor, del artísta, aquella
dimensión de los gestos, de la provocación mediante movimientos y
emociones que no desean inclinarse ante ningún sentido, ante ninguna
transmisión de informaciones, ante ninguna “simple” operación del
entendimiento – es decir, elementos que se resisten a fijar todo en
una sola dirección, en un solo sentido? En el ámbito suplementario
del mensaje y del signo, el gesto, el movimiento de la mano, la
presencia de un cuerpo con su posición, postura y pose abre un
enorme campo hacia lo no atendido, hacia lo exiliado del sentido y
que, sin embargo, es necesario considerar – y no sólo como “resto”.
Es indudable que en el gesto, que en el
movimiento de escritura o dibujo la dimensión corporal desempeña un
papel decisivo. La inimitabilidad de la postura corporal
humboldteana, de la postura de escritura tal como se ve expresada en
los cuadros y acuarelas de Julius Schrader y Eduard Hildebrandt,
resulta de un valor inconmensurable – expresado también en millones
– dentro de una sociedad que dispone de una comprensión artística
que sin duda para Humboldt sería inconcebible. Así, Roland Barthes
afirma una vez más con miras al artista Cy Twombly en el apartado
“Corps”:
Dans notre société, le moindre trait graphique,
pourvu qu’il soit issu de ce corps inimitable, de ce corps certain,
vaut des millions. Ce qui est consommé (puisqu’il s’agit d’une
société de consommation), c’est un corps, une «individualité»
(c’est-à-dire: ce qui ne peut être davantage divisé).[42]
Vista históricamente, la intencionalidad de la
escritura y del dibujo, así como de los grafismos de Alexander von
Humboldt que de ella surgen, es completamente otra. Sus tablas
permanecieron por décadas – y esto hasta bien adentrado en su
trabajo en el
Kosmos – un
sistema de referencia de enorme importancia; o sea, acumulaciones de
información que Humboldt – muy de acuerdo con el
message – consultaría
una y otra vez, agragando observaciones, corrigiendo y relacionando
nuevamente. Sobre esto llaman la atención los distintos tamaños de
letra, así como las tachaduras y subrayados efectuados (Fig. 19).
Este constante regreso sobre las tablas
transformó, en consecuencia, a las tablas mismas. Como parte de un
concepto relacional del saber y de las ciencias, permanecieron vivas
de cierta forma, en la medida que se les adicionaba una y otra vez
nuevas relaciones y nuevas hileras de mediciones. No son, por lo
tanto, sólo un testimonio de lugares determinados de las
investigaciones de campo de Humboldt, sino que se extienden mucho
más allá del viaje: no sólo porque aparecen porcionadas en
Asie Centrale o
en
Kosmos
de Humboldt, sino porque mediante sus continuos agregados y
correcciones a lo largo de su utilización por décadas se
convirtieron en componentes del viaje vital humboldteano. Ahora
bien, desde una perspectiva actual, a éstas se les agrega un
evidente “resto” (en el sentido bartheseano): su ineludible carácter
artístico, que en lo que sigue será iluminado desde otra perspectiva
– un carácter artístico que sin duda alguna influyó en la tasación y
valoración de los diarios de viaje para su compra.
Lo que hemos dilucidado a partir del ejemplo de
las tablas es algo que con miras al “viaje vital” humboldteano es
posible afirmar de los diarios del viaje americano en su totalidad.
Si es que existe un manuscrito, si existe una práctica escritural
autógrafa que acompañó a Alexander von Humboldt por más de medio
siglo, ésta es entonces la de los diarios de viaje, en cuyo centro
se encuentra el gran viaje de su vida. En la interacción de dibujos
y esbozos, mapas y protocolos de medición, esquemas topográficos y
tablas, aunque también en la penetración recíproca de distintos
estilos y tamaños de escritura, de tachaduras y subrayados, de
aclaraciones y correcciones, de distintas lenguas, disciplinas y
discursos, estos diarios constituyen y representan un artefacto
artístico, cuya esturcturación y textura gráfica no puede ser
descrita de otra forma sino como espectacular (Fig.
20). ![]() Fig. 21a: Diarios del viaje americano IV, 173v: apuntes y croquis sobre el mono tigre (Simia trivirgata). © Staatsbibliothek zu Berlin-PK
Del mismo modo en que las lenguas y discursos
de Humboldt se diversificaron durante el viaje, así también se
diversifican su letra y sus formas de escritura/grafía (Fig. 21a y Fig. 21b):
durante el viaje y en movimiento, en la recapitulación al atardecer,
en el resumen de diversos campos temáticos luego de varios meses de
viaje, aunque también a través de las observaciones, correcciones y
notas agregadas a lo largo de décadas es posible distinguir en sus
manuscritos distintas expresiones caligráficas que en la interacción
de los materiales producen un efecto sumamente artístico. Se
distinguen distintos gestos que refieren distintas situaciones de la
escritura. Los diarios del viaje americano constituyen así una
compleja y exigente obra de arte, producida a lo largo de décadas y
que se destaca no por su carácter acumulativo o aditivo, sino por su
lógica relacional que atraviesa disciplinas, medios, y las mismas
regiones y tiempos atravesados.
Para un público actual – o al menos para
aquellos que se han sensibilizado con el arte contemporáneo –, el
carácter artístico de los diarios de viaje salta inmediatamente a la
vista. Los distintos tipos de letra, las distintas inscripciones y
adiciones permiten reconocer distintos rumbos y distintas
direcciones de lectura y con ellas diversas vectorizaciones que
transforman todas las páginas de este escrito en una partitura
polidimensional. Ninguna lógica aislada predomina: no la del
itinerario ni la de las determinadas disciplinas científicas,
tampoco la de una singular espacialidad o la de una temporalidad
consultada insistentemente. Aún cuando el francés o el alemán sean
en general las lenguas con mayor aparición: ninguna lengua
predomina. Incluso el alemán y el francés, además de todos los
cambios idiomáticos, están asperjados translingualmente,
incorporando en determinados pasajes náhuatl o quechua a las lenguas
europeas. La polidimensionalidad de los diarios de viaje
humboldteanos viene aparejada con su estructuración abierta y
polilógica. ![]() Fig. 21b: Lámina XXVII, “Simia trivirgata. Huet fils, d’après une esquisse de Mr. de Humboldt. Bouquet sculpsit.” En: Humboldt, Alexander von: Recueil d’observations de zoologie et d’anatomie comparée. Tome première. Paris: Schoell, Dufour 1811-1812.
En la interacción de distintos tipos de
papeles, tintas y utensilios de escritura surgen las más diversas
configuraciones en la disposición gráfica de la escritura, que
generan, en los cruces transmediales entre imagen y escritura,
interacciones iconotextuales, en las que la escritura no es un mero
comentario a la imagen y en las que la imagen tampoco es una mera
ilustración de la escritura. La escritura se escenifica como imagen
y la imagen se enmarca en la escritura, sin que por ello se limiten
en su polirelacionalidad científica
y artística. Y en la
práctica escritural autógrafa de Alexander von Humboldt adviene a la
expresión aquel cuerpo que atravesó los trópicos americanos a los
treinta años y que a los ochenta todavía viajaba sin cesar entre
Potsdam y Berlín. Desde esta perspectiva, el cuadro pintado por
Julius Schrader el año de la muerte de Humboldt puede leerse como
una icono-grafía que llama la atención sobre la específica
corporalidad de la escritura de un anciano que todavía persigue las
rutas del joven Humboldt.
En la práctica escritural autógrafa, es decir,
la escritura realizada con la propia mano, somos capaces de
reconocer – como lo decía Helmuth Plessner en su esbozo para una
estesiología filosófica – aquella “viva corporización de nuestro
cuerpo”[43],
la que podemos relacionar con aquello que este filósofo, por lo
común considerado una antípoda de Martin Heidegger, designaría el
“campo del ojo y la mano” (Auge-Hand-Feld)[44].
En este campo, el cuerpo vivo está tan presente en los movimientos
de la mano, en su presión sobre el papel y en todos sus modos de
corporización viva (Verleiblichungsmodi),
que ante los diarios de viaje de Humboldt difícilmente podemos
abstraernos de esta dimensión de la escrituralidad manual. Estos
diarios representan en todo su contenido y materia la sensualidad
corporal viva que todavía se expresaba con potencia en las
reflexiones de Martin Heidegger en su
Parmenides
no con respecto a la supresión de la imprenta, aunque sí la de la
máquina de escribir.
Mientras Friedrich Nietzsche, en tanto “primer
filósofo mecánico”
[45]
como lo llamó Friedrich Kittler, daba golpes sobre su máquina de
escribir (o más bien, la así llamada “bola de escribir”), Martin
Heidegger permaneció fiel a su escritura “Sütterlin”, destacando la
fundamental importancia de la escritura con la mano:
Der Mensch selbst »handelt« durch die Hand;
denn die Hand ist in einem mit dem Wort die Wesensauszeichnung des
Menschen. [...] Nur aus dem Wort und mit dem Wort ist die Hand
entsprungen. Der Mensch »hat« nicht Hände, sondern die Hand hat das
Wesen des Menschen inne, weil das Wort als der Wesensbereich der
Hand der Wesensgrund des Menschen ist. Das Wort als das
eingezeichnete und so dem Blick sich zeigende ist das geschriebene
Wort, d.h. die Schrift. Das Wort als die Schrift aber ist die
Handschrift.
Der moderne Mensch schreibt nicht zufällig
»mit« der Schreibmaschine und »diktiert« (dasselbe Wort wie
»Dichten«) »in« die Maschine. Diese »Geschichte« der Art des
Schreibens ist mit ein Hauptgrund für die zunehmende Zerstörung des
Wortes. Dieses kommt und geht nicht mehr durch die schreibende und
eigentlich handelnde Hand, sondern durch deren mechanischen Druck.
Die Schreibmaschine entreißt die Schrift dem Wesensbereich der Hand,
und d.h. des Wortes. Dieses selbst wird zu etwas »Getipptem«.[46]
Puede ser, en consecuencia, que la obra
americana de Humboldt y sus treinta volúmenes hayan reprimido y
expulsado de los textos impresos y publicados, con la ayuda de
procedimientos técnicos, a la escritura o a los dibujos realizados
manualmente: en los diarios del viaje americano, este cuerpo vivo (Körper-Leib) nos
viene al encuentro con toda claridad y sensualidad en sus formas de
escrituras que atraviesan décadas, aunque también, en su capacidad
de actuar (Handlungsfähigkeit)
como un arte de la visibilización así como un arte visibilizado en
su disposición icono-gráfica. El diario de viaje, abierto ahora ante
nosotros (Fig. 22), ata y
concentra toda la sensualidad de los signos: aquella cualidad
visual, háptica y olfatoria de un artefacto científico y artístico,
que en la escrituración e ilustración de una vida resulta a la vez
un laboratorio de todas las interacciones que Humboldt deseaba
representar y hacer vivenciables en sus obras. Aunque sobre todo,
los diarios del viaje americano son la obra de arte total de una
vida. Una red surgida a lo largo de décadas que logró la
visibilización de una compleja teoría de las ciencias y
epistemología y a la vez, la visibilización de una vida, que en
cuanto vida de las ciencias y para las ciencias se vuelve en esta
obra de arte sensualmente vivenciable y pervivible, dejando en
nuestra retina sostenidas y sustentables imágenes remanentes.
Traducción: Vicente Bernaschina Schürmann
¿Cómo citar?
Ette, Ottmar (2015): Icono-grafía, cali-grafía, auto-grafía. Sobre
el arte de la visualización en los diarios del viaje americano de
Alexander von Humboldt. In: HiN - Humboldt im Netz. Internationale
Zeitschrift für Humboldt-Studien (Potsdam - Berlin) XVI, 30, S.
29-53. Online verfügbar unter
<http://www.uni-potsdam.de/romanistik/hin/hin30/ette.htm>
Permanent URL unter
<http://opus.kobv.de/ubp/abfrage_collections.php?coll_id=594&la=de>
[1]
Sobre la biografía de Alexander von Humboldt, véase el breve
esbozo salido de la propia pluma de Humboldt: Biermann,
Kurt-R.:
Alexander von Humboldt.
4. durchges. Aufl. Leipzig: BSB B.G. Teubner 1990;
fundamental para la segunda mitad del siglo XX es la
biografía de Beck, Hanno:
Alexander von Humboldt.
2 Bde. Wiesbaden: Franz Steiner Verlag 1959-60; también se
pueden consultar Pfeiffer, Heinrich (ed.):
Alexander von Humboldt. Werk und
Weltgeltung. München: Piper Verlag 1960; Hein, Wolfgang-Hagen (ed.):
Alexander von Humboldt. Leben und
Werk.
Frankfurt am Main: Weisbecker Verlag 1985; y Duviols,
Jean-Paul / Minguet, Charles:
Humboldt.
Savant-citoyen du monde. Paris: Découvertes - Gallimard 1994; para consultar un
texto aparecido en los útlimos años, véase Krätz, Otto:
Alexander von Humboldt.
Wissenschaftler - Weltbürger - Revolutionär. Unter Mitarbeit von Sabine Kinder und Helga Merlin.
München: Callwey 2007. Sobre el viaje americano en
específico, consúltese la por mucho tiempo influyente
exposición de McIntyre, Loren A.:
Die amerikanische Reise. Auf den
Spuren Alexander v. Humboldts. Hamburg: Gruner u. Jahr 1982.
[2]
El concepto y una primera definición de lo que hay que
comprender bajo
Humboldtian Science
se encuentran en Cannon, Susan Faye:
Science in Culture: The Early Victorian Period.
New York: Dawson and Science History Publications 1978, S.
73-110. Yo he intentado seguir desarrollando este concepto
de la ciencia humboldteana en, por ejemplo, Ette, Ottmar:
Weltbewußtsein.
Alexander von Humboldt und das unvollendete Projekt einer
anderen Moderne. Weilerswist: Velbrück Wissenschaft 2002 (en especial pp. 34-45) así como de
una manera más resumida en Ette, Ottmar:
Alexander von Humboldt und die Globalisierung. Das Mobile
des Wissens. Frankfurt am Main - Leipzig: Insel Verlag 2009, pp. 16-35. La bibliografía
fundamental de los escritos humboldteanos la ofrecen
Fiedler, Horst / Leitner, Ulrike:
Alexander von
Humboldts Schriften. Bibliographie der selbständig
erschienenen Werke.
Berlin: Akademie Verlag 2000.
[3]
Humboldt, Alexander von:
Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung.
5 Tomos. Stuttgart - Tübingen: Cotta 1845-1862, aquí tomo V,
p. 85. Original: “Der
Tod des großen Autors hat den Faden dieses Werkes
abgeschnitten”.
[4]
Sobre esta “escritura de cara a las cosas” y la relevancia
de lo visual para Humboldt, véase Ette, Ottmar: “Der Blick
auf die Neue Welt”. En:
Alexander von Humboldt: Reise in die Äquinoktial-Gegenden
des Neuen Kontinents.
Herausgegeben von Ottmar Ette. Mit Anmerkungen zum Text,
einem Nachwort und zahlreichen zeitgenössischen Abbildungen
sowie einem farbigen Bildteil. Tomo 2. Frankfurt am Main -
Leipzig: Insel Verlag 1991, pp. 1563-1597.
[5]
Cfr. el capítulo
“Auge, Ohr
und Ort des Schreibens” en Ette,
Ottmar:
Literatur in
Bewegung. Raum und Dynamik grenzüberschreitenden Schreibens
in Europa und Amerika.
Weilerswist: Velbrück Wissenschaft 2001, pp. 119-192.
[6]
Al respecto, cfr.
Biermann, Kurt-R. / Schwarz, Ingo:
“Warum
bezeichnete sich Alexander von Humboldt als DER ALTE VOM
BERGE (Vecchio della Montagna)”.
In:
HiN - Alexander von Humboldt im Netz.
Internationale Zeitschrift für Humboldt-Studien
(Potsdam - Berlin) IX, 17 (2008), pp. 71-73
<http://www.hin-online.de>.
[7] Cfr. Ette,
Ottmar / Bernecker, Walther L. (ed.) (2001a):
Ansichten Amerikas. Neuere Studien zu Alexander von
Humboldt.
Frankfurt am Main: Vervuert 2001; así como Kutzinski, Vera
M. / Ette, Ottmar / Walls, Laura Dassow (ed.):
Alexander von Humboldt and the
Americas.
Berlin: Verlag Walter Frey - edition tranvía 2012.
[8]
Cfr. Nelken, Halina:
Alexander von Humboldt. Bildnisse und Künstler. Eine dokumentierte
Ikonographie. Berlin: Dietrich Reimer Verlag 1980, p. 134.
[9]
Ibíd. Original:
“Ein treues Bild meines Arbeitszimmers, als ich den zweiten Theil des
»Kosmos« schrieb.
A.v. Humboldt”.
Aquí no hay que olvidar que la segunda parte de
Cosmos contiene el núcleo de las concepciones estéticas y
científicas de Humboldt sobre la pintura paisajística.
[10]
Otros ejemplos se encuentran en Nelken:
Alexander von Humboldt,
pp. 134 ss.
[11]
Al respecto, se puede consultar en más detalle Ette, Ottmar:
Literatur in Bewegung, pp.
186 s.
[12]
Sobre la teoría de la globalización de Humboldt véase Ette,
Ottmar:
Alexander von Humboldt und die
Globalisierung (2009); el
Examen critique, redactado
originalmente en francés, puede ser hoy también consultado
en la reciente y accesible versión alemana completa en
Humboldt, Alexander von:
Kritische Untersuchung zur historischen Entwicklung der
geographischen Kenntnisse von der Neuen Welt und den
Fortschritten der nautischen Astronomie im 15. und 16.
Jahrhundert. Mit dem
geographischen und physischen Atlas der Äquinoktial-Gegenden
des Neuen Kontinents Alexander von Humboldts sowie dem
Unsichtbaren Atlas der von ihm untersuchten Kartenwerke. Mit
einem vollständigen Namen- und Sachregister. Nach der
Übersetzung aus dem Französischen von Julius Ludwig Ideler
ediert und mit einem Nachwort versehen von Ottmar Ette.
Frankfurt am Main - Leipzig: Insel Verlag 2009, al igual que
Humboldt, Alexander von:
Geographischer und physischer Atlas der
Äquinoktial-Gegenden des Neuen Kontinents. - Unsichtbarer
Atlas aller von Alexander von Humboldt in der ‚Kritischen
Untersuchung‘ aufgeführten und analysierten Karten.
Frankfurt am Main - Leipzig: Insel
Verlag 2009.
[13]
Cfr. Ette, Ottmar:
Literatur in Bewegung, p. 190.
[14]
Un texto adjunto al cuadro, muy detallado e impensable sin
la participación de Humboldt, acentuaba también la fidelidad
documental de esta representación. Este texto fue publicado
con motivo de la exhibición de esta pintura y contenía una
lista de los objetos visibles en la representación de la
biblioteca de Humboldt. Aquí señalaremos sólo algunos de
ellos; estos objetos constituyen especies de núcleos
narrativos potenciales, a partir de los cuales se podrían
desplegar la historia de los viajes de Alexander von
Humboldt, así como aspectos puntuales de su biblioteca o de
su escritorio. Dentro de los objetos identificables se
cuentan, por ejemplo, el busto del Rey de Prusia modelado
por Christian Rauch, una estatuilla de la reina, un modelo
del obelisco de Luxor o la representación de la entrada a la
Cueva del Guácharo, esbozada por Ferdinand Bellermann, y que
Humboldt habría visitado al comenzar su viaje. También se
presentan los instrumentos que el viajero mundial había
utilizado hacía cincuenta años en América (cfr. Nelken,
Halina:
Alexander von Humboldt,
p. 136).
[15]
Sobre este concepto, véase Ette, Ottmar:
Roland Barthes.
Landschaften der Theorie.
Konstanz: Konstanz University Press 2013.
[16] Cfr. Pauw, Cornelius de:
Recherches philosophiques sur les Américains, ou Mémoires intéressants pour
servir à l’Histoire de l’Espèce humaine.
2
Bde. Berlin: Chez Georges Jacques Decker, Imp. du Roi
1768-1769.
[17]
Al respecto se pude consultar en más detalle Ette, Ottmar:
“Die
Berliner Debatte um die Neue Welt. Globalisierung aus der
Perspektive der europäischen Aufklärung”.
En: Bernaschina, Vicente / Kraft.
Tobias / Kraume, Anne (eds):
Globalisierung in Zeiten der Aufklärung. Texte und Kontexte zur
Berliner Debatte um die Neue Welt (17./18. Jh.).
Frankfurt a. M. u.a.: Peter Lang
(esperado en 2015). Sobre los debates en torno al Nuevo
Mundo, véase la ya clásica obra de Gerbi, Antonello:
La Disputa del Nuovo Mondo. Storia di una Polemica: 1750 - 1900.
Nuova edizione a cura di Sandro Gerbi.
Milano - Napoli: Riccardo Ricciardi Editore 1983.
[18]
Humboldt, Alexander von:
Vues des Cordillères et Monumens des
Peuples Indigènes de l’Amérique. Nanterre: Editions Erasme 1989, p. 96, p. II s. En
castellano:
“El
ardor empleado en las investigaciones sobre América
disminuyó a partir del comienzo del siglo XVII; las colonias
españolas, que incluyen las únicas regiones habitadas de
antaño por pueblos civilizados, se mantuvieron cerradas a
naciones extranjeras; y, recientemente, cuando el padre
Clavijero publicó en Italia su Historia Antigua de México,
hechos contrastados por una multitud de testigos oculares, a
menudo enemistados entre sí, se tuvieron por muy dudosos.
Escritores célebres, más impresionados por los contrastes
que por la armonía de la naturaleza, se han complacido en
describir América entera como un país pantanoso, inhóspito
para la multiplicación de los animales, y habitado de nuevo
por hordas tan poco civilizadas como los habitantes de los
mares del Sur. En la investigación histórica sobre los
americanos, un escepticismo total sustituyó a la crítica
sana. Se confundían las ampulosas descripciones de Solís y
de otros escritores que no habían abandonado Europa, con los
testimonios sencillos y veraces de los primeros viajeros;
parecía deber de filósofo, negar todo lo que hubiera sido
observado por misioneros. // Desde el final del siglo
pasado, se ha operado una feliz revolución en la forma de
contemplar la civilización de los pueblos y las causas que
pudieran frenar o favorecer sus progresos. Hemos aprendido a
conocer pueblos cuyas costumbres, instituciones y artes
difieren casi tanto de las de los griegos y romanos, como
las formas primitivas de animales extintos difieren de las
formas de las especies que son el objeto de estudio de la
historia natural descriptiva. La sociedad de Calcuta ha
arrojado mucha luz sobre la historia de los pueblos de Asia.
Los monumentos de Egipto, descritos actualmente con
admirable exactitud, han sido comparados con los monumentos
de los países más lejanos, y mis investigaciones sobre los
pueblos indígenas de América aparecen en un momento en el
que ya no se considera indigno de atención aquello que se
aleje del estilo del que los griegos nos han legado modelos
inimitables”.
Humboldt, Alejandro de:
Vistas de las cordilleras y
monumentos de los pueblos indígenas de América.
Tr. Gloria Luna Rodrigo y Aurelio Rodríguez Castro. Madrid:
Universidad Autónoma de Madrid, Marcial Pons Historia 2012,
p. 18.
[19]
Cfr. Zantop, Susanne:
Colonial Fantasies.
Conquest, Family, and Nation in Precolonial Germany 1770 -
1870. Durham - London: Duke
University Press 1997, p. 47.
[20] Cfr. Ette, Ottmar:
Weltbewußtsein.
Alexander von Humboldt und das unvollendete Projekt einer anderen Moderne
(2002).
[21]
Sobre este concepto, véase Ette, Ottmar:
TransArea. Eine literarische Globalisierungsgeschichte.
Berlin - Boston: Walter de
Gruyter 2012.
[22]
Entre otros, al respecto se pueden consultar los importantes
trabajos de Michael Zeuske, por ejemplo, Zeuske, Michael /
Schröter, Bernd (eds.):
Alexander von Humboldt und das neue
Geschichtsbild von Lateinamerika. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag 1992; Zeuske,
Michael:
“Humboldt,
Historismus, Humboldtisierung. Der »Geschichtsschreiber von
Amerika«, die Massensklaverei und die Globalisierungen der
Welt”. En: HiN - Alexander von
Humboldt im Netz (Potsdam - Berlin) II, 3 (2001), pp. 1-18 <http://www.hin-online.de>; así
como Zeuske, Michael:
“Alexander
von Humboldt in Cuba, 1800 / 1801 and 1804: traces of an
enigma”. En:
Studies in Travel Literature (Nottingham) XV, 4 (December 2011), pp. 347-358.
[23]
Cfr. Ette, Ottmar:
“Eine
»Gemütsverfassung moralischer Unruhe« - »Humboldtian
Writing«: Alexander von Humboldt und das Schreiben in der
Moderne”. En: Ette, Ottmar / Hermanns, Ute / Scherer, Bernd M. /
Suckow, Christian (eds.):
Alexander von Humboldt - Aufbruch in die Moderne.
Berlin: Akademie Verlag 2001, pp. 33-55.
[24]
Cfr. Leitner, Ulrike:
“Alexander
von Humboldts Tagebuchnotizen auf dem Weg von Mexiko-Stadt
nach Veracruz”. En: Humboldt, Alexander von:
von Mexiko-Stadt nach Veracruz. Tagebuch. Herausgegeben von Ulrike Leitner. Berlin: Akademie
Verlag 2005, pp. 9-49.
[25]
Cfr. Humboldt, Alexander von:
Political Essay on the Island of Cuba.
A Critical Edition.
Edited with an Introduction by Vera M. Kutzinski and Ottmar
Ette. Translated by J. Bradford Anderson, Vera M. Kutzinski,
and Anja Becker. With Annotations by Tobias Kraft, Anja
Becker, and Giorleny D. Altamirano Rayo. Chicago - London:
The University of Chicago Press 2011; también publicado en
la serie »HiE - Humboldt in English«: Humboldt, Alexander
von:
Views of the Cordilleras and Monuments of the
Indigenous Peoples of the Americas. A Critical Edition.
Edited with an Introduction by Vera M. Kutzinski and Ottmar
Ette. Translated by J. Ryan Poynter. With Annotations by
Giorleny D. Altamirano Rayo and Tobias Kraft. Chicago -
London: The University of Chicago Press 2012.
[26] Cfr.
Alexander von Humboldt - Netzwerke des Wissens.
Catálogo de la exposción realizada en la Casa de las
Culturas del Mundo (Haus der Kulturen der Welt)
en Berlin entre el 6 de junio y el 15 de agosto de 1999 y en
el salón de exposiciones de la República Federal Alemana
(Bonn), entre el 15 de septiembre de 1999 y el 9 de enero de
2000.
Bonn: Kunst- und Ausstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland 1999.
[27]
Sobre la organización de los diarios, véase Faak, Margot:
“Einleitung: Die »Tagebücher« Humboldts”.
En:
Humboldt, Alexander von:
Lateinamerika am Vorabend der Unabhängigkeitsrevolution. Eine Anthologie von
Impressionen und Urteilen. Aus seinen Reisetagebüchern zusammengestellt und
erläutert durch Margot Faak. Mit einer einleitenden Studie
von Manfred Kossok. Berlin: Akademie Verlag 1982, pp. 21-50;
así como las dilucidaciones del editor en Humboldt,
Alexander von:
Ueber einen Versuch den Gipfel des Chimborazo zu ersteigen.
Mit dem vollständigen Text des Tagebuches »Reise zum
Chimborazo«. Herausgegeben und mit einem Essay versehen von
Oliver Lubrich und Ottmar Ette. Frankfurt am Main: Eichborn
Verlag (Eichborn Berlin) 2006. Una visión esquemática y
global la ofrece Faak, Margot:
Alexander von Humboldts amerikanische
Reisejournale. Eine Übersicht. Berlin: Alexander-von-Humboldt-Forschungsstelle
2002.
[28]
Cfr. Nicolas, Ilse:
“Eine
Humboldt-Sammlung in Lichterfelde. Das Lebenswerk eines
Forschers - Briefe, Schriften und Zeichnungen des großen
Gelehrten”. En:
Lichterfelder Anzeiger (Berlin) 197 (22.8.1940), Beil. 1 E.
[29]
Al respecto, cfr. Puig-Samper, Miguel Angel: “Humboldt, un
prusiano en la corte del rey Carlos IV”.
En: Revista de Indias
(Madrid) LIX, 216 (1999), p. 352.
[30]
Cfr. Humboldt, Alexander von:
Ueber einen Versuch den Gipfel des Chimborazo zu ersteigen,
pp. 183-196.
[31]
Cfr. Humboldt, Alexander von:
Lateinamerika am Vorabend der Unabhängigkeitsrevolution. Eine Anthologie von
Impressionen und Urteilen (1982).
[32]
Cfr. Humboldt, Alexander von:
Reise auf dem Río Magdalena, durch die Anden und Mexiko.
Aus seinen Reisetagebüchern zusammengestellt und erläutert
von Margot Faak. Teil I. Berlin: Akademie Verlag 1986.
[33]
Cfr. Humboldt, Alexander von:
Reise durch Venezuela. Auswahl aus den amerikanischen
Reisetagebüchern.
Herausgegeben von Margot Faak. Berlin: Akademie Verlag 2000.
[34]
Cfr. Schäfer, Paul Kanut / Simon, Rainer:
Die Besteigung des Chimborazo. Eine filmische Expedition
auf Alexander von Humboldts Spuren.
Köln: vgs Verlagsgesellschaft 1990.
[35]
Humboldt, Alexander von:
Ansichten der Natur, mit wissenschaftlichen Erläuterungen.
Nördlingen: Greno 1986, p. 9. Original.
“Verbindung eines
litterarischen und eines rein scientifischen Zweckes”
[36]
Cfr. Lepenies, Wolf:
Das Ende der Naturgeschichte. Wandel kultureller
Selbstverständlichkeiten in den Wissenschaften des 18. und
19. Jahrhunderts.
Frankfurt am Main: Suhrkamp 1978; véase también del mismo
autor: “Alexander
von Humboldt - Vergangenes und Gegenwärtiges”.
En: Ette, Ottmar / Hermanns, Ute / Scherer, Bernd M. /
Suckow, Christian (eds.):
Alexander von
Humboldt - Aufbruch in die Moderne.
Berlin: Akademie Verlag 2001, pp. 2-15.
[37]
Cfr. Bredekamp, Horst:
Darwins Korallen. Die frühen Evolutionsdiagramme und die
Tradition der Naturgeschichte.
Zweite Auflage. Berlin: Verlag Klaus Wagenbach 2006.
[38]
Sobre las diferentes facetas del concepto de Tableau, véase
Kraft, Tobias:
Figuren des Wissens bei Alexander von
Humboldt. Essai, Tableau und Atlas im amerikanischen
Reisewerk.
Berlin, Boston: de Gruyter 2014.
[39]
Al resepcto, consúltese el apartado de cierre de Ette,
Ottmar:
“Amerika
in Asien.
Alexander von Humboldts »Asie centrale« und die
russisch-sibirische Forschungsreise im transarealen Kontext”.
En:
HiN - Alexander von Humboldt im Netz.
Internationale Zeitschrift für Humboldt-Studien
(Potsdam - Berlin) VIII, 14 (2007), 37 p.
<http://www.hin-online.de>.
[40]
Humboldt, Alexander von:
Reise auf dem Río Magdalena, durch die Anden und Mexico.
Teil I: Texte, p. 358. al respecto, véase también el
capítulo “Alles
ist Wechselwirkung - auch die Fehler im System”
en Ette, Ottmar:
Alexander von Humboldt und die Globalisierung,
pp. 387-391.
[41] Barthes, Roland: “Cy Twombly ou ‘Non multa
sed multum’”. In:
Oeuvres complètes.
Edition établie et présentée par Eric Marty. Bd. II. Paris: Editions du Seuil 1995, p. 1034. En castellano:
“Vamos a disntiguir por tanto: el mensaje,
que pretende producir una información, el
signo, que pretende producir una intelección, y el
gesto
que produce todo el resto (“el suplemento”), sin tener
forzosamente la intención de producir nada. El artista
(seguiremos usando esta palabra un tanto
kitsch)
es por su estatuto un realizador de gestos: quiere producir
un efecto y al mismo tiempo no quiere; produce efectos que
no son obligatoriamente los deseados por él; son efectos que
se vuelven, se invierten, se escapan, que recaen sobre él y
entonces provocan modificaciones [...]”. Barthes, Roland: “Cy Twombly o non multa sed multum”.
En:
Lo obvio y lo obtuso: imágenes,
gestos, voces.
Tr. C. Fernández Medrano. Buenos Aires: Paidós 1986, p. 164.
[42]
Ibid., p.
1042 s. En castellano: “En nuestra sociedad, el menor rasgo
gráfico surgido de ese cuerpo inimitable, de ese cuerpo
cierto, vale millones. Lo que se consume (ya que se trata de
una sociedad de consumo) es un cuerpo, una ‘individualidad’
(es decir: lo que no puede seguirse dividiendo)”.
Barthes, Roland: “Cy Twombly
o non multa sed multum”. En:
Lo obvio y lo obtuso: imágenes, gestos,
voces. Tr. C. Fernández
Medrano. Buenos Aires: Paidós 1986, p. 174.
[43]
Plessner, Helmuth: Die Einheit der Sinne. Grundlinien einer
Ästhesiologie des Geistes (1923). En:
Gesammelte Schriften. Bd. III. Frankfurt am Main: Suhrkamp 1980, p. 383. Original:
“Verleiblichung unseres
eigenen Körpers”.
[44] Ibid.,
p. 333.
[45]
Kittler, Friedrich:
Grammophon Film Typewriter. Berlin: Brinkmann &
Bose 1986, p. 293. [46] Heidegger, Martin: Parmenides (Vorlesung Wintersemester 1942 / 43). En: Gesamtausgabe. II. Abteilung, Bd. 54. Herausgegeben von Manfred S. Frings. Frankfurt am Main 1982, p. 118 s. Versión en castellano del traductor: El ser humano “actúa” mediante la mano, ya que la mano es junto a la palabra la característica esencial de lo humano. [...] Sólo a partir de la palabra y con la palabra surgió la mano. El ser humano no “tiene” manos, sino que la mano incorpora la esencia de lo humano, porque la palabra, en cuanto ámbito esencial de la mano, es el fundamento esencial de lo humano. La palabra se demarca y se ofrece a la vista en cuanto palabra escrita, es decir, en cuanto escritura. La palabra en cuanto escritura es, sin embargo, la escritura manuscrita. // El hombre moderno no escribe casualmente “con” la maquina de escribir y “dicta” (la misma palabra que el poetizar en alemán “dichten” – del latín, dictare) “a” la máquina. Esta “historia” de las formas de la escritura es una de las razones fundamentales para la creciente destrucción de la palabra. Esta ya no va ni viene a través de la mano que escribe y que en verdad actúa, sino a través de su impresión mecánica. La máquina de escribir arranca a la escritura del ámbito esencial de la mano, y eso quiere decir, de la palabra. Esta misma se vuelve en algo “tecleado”.
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