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Stand: 12. August 2005
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HiN - Humboldt im Netz

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Oliver Lubrich

“[M]on extrême répugnance à écrire la relation de mon voyage”

Alejandro de Humboldt deconstruye la relación de viaje

 

El modelo narrativo clásico de una relación de viaje autobiográfica funciona, en su forma prototípica ideal, a través de cuatro variables: un sujeto identificable (1) recorre países exóticos (2) y pone en manos del público lector nativo (3) una descripción del viaje en cuestión (4).[1] La Relation historique du Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau Continent (1814-1831), de Alejandro de Humboldt, pone radicalmente en entredicho ese modelo desautorizando sistemáticamente esas cuatro categorías elementales: el autor como narrador y protagonista, el país como tema, el público lector como destinatario y la propia relación de viaje como texto literario. ¿Quién habla aquí y cómo lo hace? ¿Sobre qué habla y para quién?

1. Sujeto

¿Quién escribe? ¿Quién habla? ¿Y de quién se habla? – ¿Quién es el autor, el narrador y el protagonista? ¿Recaen esas tres categorías real e inequívocamente en una misma figura, “Alejandro de Humboldt”, tal como sería de suponer desde una perspectiva histórica y biográfica, como debiera presuponerse teniendo en cuenta la forma convencional de la relación de viaje, o como cabría esperar desde la perspectiva del lector? ¿Cuáles son los sujetos de la Relation historique?

Ya la propia ‘firma’ despoja al texto de una atribución unívoca.[2] La Relation historique…[3] está insertada en una obra en veintinueve volúmenes[4] – como primera parte, tomos I, II y III –, cuyo título general indica una autoría colectiva: Voyage aux régions équinoxiales du nouveau continent fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804, par Al. de Humboldt et A. Bonpland.[5] El título interior de esta relación de viaje en tres tomos alude lo mismo a Humboldt y Bonpland que a Humboldt solo: Relation historique du Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804, par Al. de Humboldt et A. Bonpland, rédigé par Alexandre de Humboldt. No queda claro si la referencia a los autores (”par Al. de Humboldt et A. Bonpland”) alude a la paternidad del texto o a la empresa del viaje. Mientras que la dedicatoria está firmada por ambos ‘autores’, la aclaración ”rédigé par Alexandre de Humboldt” destaca a éste último al menos como el único responsable de aquellos tres tomos,[6] al tiempo que queda sin determinar si su actividad (”rédig[er]”) es la de un autor o únicamente la de un editor que, sencillamente, “revisó” una base textual producida probablemente de manera colectiva hasta darle la forma de libro con que fue publicada.[7]

La relación de viaje no sólo define de manera polisémica y cambiante su sujeto autorial, sino también su sujeto narrador y actuante, o mejor dicho: sus sujetos, pues se trata de todo menos de la voz de una instancia constante, generalmente identificable, que nos habla de ciertas experiencias desde la clara perspectiva de un “yo” o un “nosotros”, o incluso, de un “él” o “ellos”, cuando el narrador y el protagonista, aunque gramaticalmente distintos, son al mismo tiempo claramente definibles para sí mismos en cada caso. Con la excepción de la segunda persona del singular, todas las demás formas personales son utilizadas en forma de sujeto. Si se pasa por alto el “vous” (“vosotros”) dirigido al público lector, nos quedan diversas construcciones de las personas primera y tercera que conforman de manera alternada el sujeto (que escribe, narra y actúa) en la narración del viaje: la primera persona del singular “je” (“yo”), y la primera persona del plural, “nous” (“nosotros”); además de ello, la tercera persona del singular “il”, “on”, “ce” o “le” y la tercera persona del plural, “ils” o “les”, en diversos usos personales e impersonales de los pronombres o artículos en relación con distintos substantivos.

La instancia narrativa, es decir, justamente donde se localiza la articulación literaria, tan relevante para la lectura de una obra que posiblemente habría de ser vista como parte de un discurso autoritario colonial, el “space of enunciation” (Homi Bhabha[8]), la ”strategic location” (Edward Said[9]) del autor en el texto, se presenta en Humboldt de un modo altamente complejo. Los significados o referencias de nombres aislados que designan a un autor, a un narrador o a un actor, oscilan, y pocas veces pueden determinarse de manera inequívoca.

Sólo la primera persona del plural es sumamente inclusiva: ”Nous” se refiere en sentido estrecho a Humboldt y a Bonpland (”Nous avons passé, M. Bonpland et moi…” / “El Sr. Bonpland y yo pasamos…” [III.60]; ”Les Indiens nous disoient…” / “Los indios nos dijeron…” [II.253]). Por otra parte, el “nous” denota a todo el grupo de viajeros, incluidos los acompañantes criollos y los peones negros e indios (”nous passions” / “nosotros pasamos” [II.253]), o designa incluso, abstractamente, el conjunto de todos los europeos (”notre continent” / “nuestro continente” [I.188, III.408], ”notre hémisphère” / “nuestro hemisferio” [II.515], ”nos mers” / “nuestros mares” [II.184], ”nos granites” / “nuestros granitos” [I.167]), o se refiere a veces exclusivamente a los europeos del norte (”Dans nos régions plus septentrionales de l’Europe” / “En nuestras regiones más septentrionales de Europa” [III.294]), para luego aludir, en sentido más amplio, a todos los contemporáneos (”nous […] aujourd’hui” / “nosotros […] hoy” [I.171], ”notre temps” / “nuestros tiempos” [I.171]) o a la Humanidad como un todo (”notre planète” / “nuestro planeta” [III.189, III.263], ”notre espèce” / “nuestra especie” [II.601]). Ocasionalmente aparece también un pluralis didacticus, que involucra a los destinatarios del texto (”Nous avons vu plus haut…” / “Hemos visto más arriba…” [III.218], ”Nous verrons bientôt…” / “Veremos enseguida…” [III.574], ”nous verrons plus bas…” / “veremos más adelante…” [III.254]).

Pero la referencia de los pronombres personales y posesivos de la primera persona del plural no sólo cambia de caso en caso. Con frecuencia aparecen comentos aislados en que no es posible determinarlo en forma precisa: queda a merced de la interpretación de cada cual determinar, por ejemplo, si al hablar de “nuestra era” (”notre ère” [II.601]) se alude a una universalidad humana, a una contemporaneidad concreta o al concepto eurocéntrico de un calendario cristiano; lo mismo sucede con el significado exacto del posesivo en relación con determinados plantas: cuando se habla, por ejemplo, de ”notre arbre de lait” (“nuestro árbol de leche”) [II.114], ¿se refiere al árbol del botánico Humboldt en un pluralis maiestatis, al descubrimiento conjunto de Humboldt y Bonpland, a la propiedad intelectual de todos los científicos, a la posesión ideal o material de los europeos o al objeto temático del lector? Cuando el narrador escribe ”nos végétaux d’Europe” (“nuestros vegetales de Europa”) [I.598] o ”notre églantinier mexicain” (“nuesto escaramujo mexicano”) [I.599], ¿lo hace como europeo, como americano o como botánico? ¿A quién pertenecen ”nos laboratoires” (“nuestros laboratorios”) [II.301]? ¿De quién es la ignorancia cuando se dice: ”Nous ignorons…” (“No sabemos…”) [I.167]? A veces una inclusión indefinida como ésa tiene la función apelativa de designar no sólo al que habla, sino también al aludido como responsable de un mal: ”[N]ous devons éviter d’empirer notre position et celle de nos esclaves par l’emploi de moyens violens.” (“[N]osotros debemos evitar empeorar nuestra posición y la de nuestros esclavos empleando medios violentos.”) [III.456]

También la tercera persona del singular es indistintamente referencial: tal y como es habitual todavía hoy en el francés coloquial, el pronombre impersonal “on” puede ser un sinónimo de un “nous” personal: ”Toutes les nuits on restoit à l’ancre; le jour nous visitions les îlots” (“Todas las noches se descansaba en el áncora, por el día visitábamos los islotes”) [III.470]. Además, el pronombre impersonal adopta significados que no pueden referirse así sin más a un equivalente personal. Es por eso que en el marco de muy pocas páginas Humboldt se refiere primeramente a una práctica científica correcta que le incluye (”On distingue…” / “Se distingue…” [II.157]), y luego alude a las erróneas suposiciones de los nativos que él rechaza (”On ne connaît pas suffisamment…” / “No se conoce suficientemente…” [II.157]). Por una parte, generaliza la experiencia personal del viajero (”lorsqu’on fixe les yeux” / “si se fija los ojos” [III.444], ”on jouit” / ”se disfruta” [I.115]) y alude a la posibilidad de que ésta se repita (”On ne peut traverser les steppes ou savanes de l’Amérique méridionale, sans se livrer à l’espoir qu’on profitera un jour des avantages qu’elles offrent” / “No se puede atravesar las estepas o sabanas de la América meridional sin entregarse a la esperanza de que un día se sacará provecho de las ventajas que ellas ofrecen” [III.25]), con lo cual no queda claro si este pasaje generaliza sencillamente las vivencias del viajero a través de un “se” impersonal, si se refiere de forma general al grupo de los ‘científicos’, a los futuros viajeros, a una autoadministración hispano­americana o a los intereses comerciales europeos; por otra parte, el “on” implica al lector, que es colocado frente a un “autor” no mencionado (”si l’on veut se placer sur le terrain que l’auteur de cet ouvrage a choisi de préférence” / “si se desea adoptar el punto de vista que el autor de esta obra ha elegido con preferencia” [III.547]). A su vez, en otro pasaje, se dice: ”Ces hommes de couleur, que l’on désigne sous le nom de Peones Llaneros…” (“Esos hombres de color que se designan con el nombre de Peones Llaneros…”) [II.160]. ¿Quién es aquí el que designa? ¿Quién la autoridad designante? El texto de Humboldt impide precisamente que podamos elucidar con exactitud esta cuestión; o bien dirige el interés de sus lectores precisamente a esta problemática a través de la llamativa variación de sus sujetos.

La tercera persona del singular (al igual que la tercera persona del plural – si bien ésta última se utiliza con menor frecuencia, como por ejemplo, en la palabra “les voyageurs”, “los viajeros” [II.271]) no sólo aparece en los pronombres impersonales “on”, “il” o “ce”. Es usada también en la forma de un substantivo más o menos impersonal, como es el caso de ”le voyageur” (“el viajero”) [I.148, II.582], ”[l]e navigateur” (“el navegante”) [II.653], ”[le] spectateur” (“el espectador”) [I.459] o, simplemente, ”l’homme” (“el hombre”) [I.436]. Además del uso de los pronombres personales, se incluyen en el texto personificaciones como sujetos adicionales: cuando el “viajero” o “el geólogo” aparecen como personas actuantes, por lo menos no queda claro si el referente es una persona concreta llamada Humboldt (o Bonpland) o una figura generalizada, abstracta, prototípica (europea o americana) que construye el texto: ”[L]e géognoste […] est placé…” (“el geognosta se encuentra…”) [III.47], ”le géognoste européen est frappé d’étonnement” (“el geognosta europeo se ve sobrecogido por el asombro”) [III.106]. La tercera persona del plural se comporta de manera igualmente vaga: ”De simples voyageurs naturalistes aiment à rendre ici aux habitans de la Havane le même témoignage de reconnoissance que leur ont rendu ces étrangers illustres…” (“Los simples viajeros naturalistas quisieran rendir aquí a los habitantes de La Habana el mismo testimonio de reconocimiento que le han rendido esos extranjeros ilustres…”) [III.460]. De manera similar funcionan algunas metonimias poéticas, tales como ”l’oeil” (“el ojo”) [I.140], ”les yeux” (“los ojos”) [II.362], ”nos regards” (“nuestras miradas”) [I.440] o ”la vue” (“la vista”) [III.559], que ni siquiera establecen una figura artificial anónima, sino únicamente su “mirada” como sujeto de la percepción.

A los cambios gramaticales de forma, a las imprecisiones del contenido y las oscilaciones del significado de los múltiples sujetos de texto se añade, cuando muchas variaciones se interfieren, una confusa alternancia, por ejemplo, cuando en el espacio de dos páginas se alterna entre “nous”, “il” y “on” [I.318-319]. Por tan solo mencionar algunos ejemplos: ”comme nous l’avons déjà rappelé” (“como ya hemos recordado”) – ”je n’ai pas eu occasion de vérifier” (“pero no he tenido ocasión de verificar”) – ”on pourroit regarder” (“se podría mirar”) [III.246]. ”Je n’ignore pas” (“Yo no ignoro”) – ”Je sais” (“Yo sé”) – ”Peut-on” (“Se puede”) – ”Est-ce” (“Es esto…”) [I.394]. ”Nous suivîmes” (“Nosotros seguimos”) – ”On passe” (“Se pasa”) [II.30]; ”on descend” (“se desciende”) – ”…nous a fait connoître” (“…nos dio a conocer a nosotros”) – ”Je crois” (“Yo creo”) [III.196]. El resultado es una creciente desorientación de los lectores respecto a la instancia que escribe, habla y actúa, la cual podría otorgar al texto coherencia y autoridad – una desorientación que han de contrarrestar los lectores por una considerable complementación del sentido.

En particular, la primera persona del singular, la cual, supuestamente, sería la más indicada para narrar aventuras de carácter autobiográfico, es empleada bastante poco: lo mismo en relación con un autor, que con un narrador o protagonista. ¡El nombre de Alexander von Humboldt nunca es mencionado en el texto![10] El “yo” literario sólo hace referencia a sí mismo en escasas ocasiones. No obstante, cuando se usa la primera persona del singular, en casos muy aislados, o cuando se hace referencia a las publicaciones del propio Humboldt en las notas al pie (las cuales son citadas sólo de manera neutral, como si se tratase de obras ajenas: “from Humboldt and other recent authorities” [III.78]); y si bien se hace con un añadido en forma de yo („mon observation“ [II.686]), éstas parecen desafiar al lector para que elucide las imprecisiones que predominan en todo el texto y otorgue significado a las posiciones abiertas a fin de construir la coherencia y autoridad de un discurso en cierto modo malgré lui.

Pero incluso cuando el texto, en una ocasión, dice “yo”, lo hace sin ninguna regularidad de la referencia semántica: ya que durante el viaje el viajero del que se habla adopta diversas identidades. El autoposicionamiento de Humboldt sufre múltiples metamorfosis. Allí donde detrás de una figura a veces reconocible como “yo” narrador se perfila un referente, éste es des-indentificado al igual que el resto de las propuestas semánticas de las distintas posiciones del sujeto. La construcción de identidad de Humboldt es multifacética. Ya el dato sobre el “autor” en el título varía su nombre, romanizándolo: ”Alexandre de Humboldt”. En la dedicatoria el nombre propio es abreviado de otra forma distinta a la de la portada: ”A.” en lugar de ”Al.”

En los escasos pasajes autorreferenciales de los cuales podrían extraerse algunas informaciones autobiográficas, el viajero se define (casi siempre de manera indirecta) sobre su lugar de nacimiento, su procedencia, su nacionalidad, su idioma, su confesión, estereotipos, experiencias o profesiones, y lo hace otra vez de forma polisémica: en esas auto-presentaciones cambiantes, el autor se presenta – en los registros de continentalidad, regionalidad, nacionalidad o ciudanía – como europeo[11],   como un europeo del norte[12], como alemán[13], o como prusiano[14], si bien las diferencias entre Prusia, Alemania y Europa, en su condición de patria política y cultural inmediata, mediata y supranacional, se borran.[15] El concepto “compatriota” aparece en relación con prusianos, alemanes y europeos, a veces también de manera irónica, cuando el viajero se refiere a un pomerano y lo califica como su “compatriota europeo”.[16] Por otra parte, Humboldt se define a sí mismo, desde el punto de vista regional, como brandemburgués[17] o en un sentido aun más estrecho y al mismo tiempo también de manera muy vaga a través de un lugar de origen en “las regiones bálticas” que no se menciona.[18] De una manera sutil, él no se identifica a través de una religión, sino solamente a través de la pertenencia a una cultura confesional.[19] A partir de estereotipos nacionales se remite a las engañosas adjudicaciones de una identidad desde afuera.[20] Humboldt se presenta a sí mismo con malicia como alguien que viene de Francia,[21] o incluso se define, de manera sofista y negativa, como alguien que no proviene ni de las colonias ni de España.[22] Se citan algunas experiencias de la infancia y la juventud, pero éstas no pueden concretizarse de modo tal que pueda seguírseles la pista.[23]

Las lúdicas construcciones que hace Alejandro de Humboldt de su sujeto literario recuerdan las autorrepresentaciones de Ulises en la Odisea de Homero. Odiseo escenifica su identidad de acuerdo a las estaciones de su viaje, en la medida en que menciona su nombre, cuenta su historia (donde los feacios), revela su procedencia dinástica (“hijo de Laertes”), muestra una marca física (la cicatriz), revela un saber de insider (el lecho fijo), prueba una facultad particular (el tiro de arco) o incluso se marca como un espacio vacío (Oujdeivı, Ouvjtiı): ”Nadie”.[24]

Además de las atribuciones regionales, nacionales y biográficas, Humboldt se posiciona de manera pragmática como consejero, por ejemplo, como experto en minería[25] y, en cuanto a la disciplina, como geólogo o geognosta. El se designa a sí mismo como naturalista[26] o como historiógrafo,[27] con lo cual se inscribe en distintas tradiciones literarias y profesionales.[28]

A partir de todos estos biografemas no es posible componer una identidad coherente ni reconstruir una biografía definitiva desde el punto de vista narrativo.[29] La “voz” detrás de las “máscaras” del texto adopta distintos semblantes. La Relation historique es polifónica. El sujeto-autor, como representante de una experiencia de viaje subjetiva, es puesto en entredicho. La recepción tiende a sustituirlo automáticamente, de modo que, en una lectura no interesada en la construcción formal del texto, puede fungir sin embargo como una ficción ordenadora del discurso. Sólo que se trata, en realidad, de un espacio vacío.

Los escasos datos son completados a través de complementos de tiempo o de lugar (”De mon temps” / “de mis tiempos” [III.52]; ”jusqu’ici” / “hasta aquí” [III.70, III.215]), en los cuales “hoy” y “aquí” constituyen precisiones que pueden coincidir o estar en contradicción, y que de acuerdo a la interpretación designan un tiempo de narración o un tiempo narrado, y pueden referirse lo mismo a Europa (París, 1830) que al país extranjero (Venezuela, 1800).

Visto desde una perspectiva estructuralista, el “yo” de la relación de viaje no hace alusión a ningún referente extratextual. Si, hablando narratológicamente, se le quisiera ver no sólo como un sujeto apersonal de la “enunciación”, sino como un sujeto personal del “acto de enunciar”, entonces se hace evidente enseguida, a partir de los múltiples significados sugeridos en el texto, su carácter ‘plurisignificativo’ y, con él, el carácter intangible de esa instancia.[30] Desde el punto de vista lingüístico, y eso parece demostrarlo la Relation historique, el autor jamás pasa de ser una instancia nebulosa, y el “yo” del narrador no es más que una función lingüística capaz de cohesionar el texto de una manera provisional. El lenguaje literario tiene en todo caso un “sujeto” (gramatical), pero no una “persona” (real).[31] Para decirlo con palabras de Roland Barthes: ”qui parle (dans le récit) n’est pas qui écrit (dans la vie) et qui écrit n’est pas qui est.[32] / “el que habla (en el discurso) no es el que escribe (en la vida) y el que escribe no es el que es.”

Probablemente, Alejandro de Humboldt es el escritor cuya celebridad y presencia discursiva esté situado inversamente proporcional de la manera más drástica con la recepción de sus escritos. Mientras que los pocos intérpretes que analizan su obra a partir de un criterio teórico-literario no prestan atención a la tematización de su autoría, de las voces narradoras y las figuras de la trama, identificando no sólo su coherencia sino también su identidad con el investigador histórico y escritor,[33] Ottmar Ette diferencia tres “instancias narrativas”: un “testigo ocular” que viaja (en el nivel del tiempo narrado), una “figura de narrador central” como “instancia narrativa” (en el nivel del tiempo de la narración) y una “instancia de mediación científica” en un elevado “nivel de reflexión” (como editor que nos ofrece a posteriori distintas referencias en las notas al pie).[34] Ette, en efecto, señala: “Para Humboldt, las distintas figuras de narradores o instancias narrativas forman de hecho una unidad. Obviamente también para el lector (contemporáneo): ya que el género de la relación de viaje garantizaba una identidad entre el viajero, el narrador y el autor.”[35] Precisamente esa ‘trinidad natural’ es trastornada con la alteración de los sujetos autoriales, narrativos y protagónicos.

La problemática general de la aparente no ficcionalidad de una relación de viaje, la automática aparición destacada de la figura mítica del viajero, autor y narrador estimulan una observación biográfico-histórica que amenaza con eludir la construcción literaria del texto. También el modelo diferenciador de Ette parece aún más diferenciable a la vista de los confusos procedimientos textuales. No sólo se puede distinguir entre viajero histórico, figura de autor real e instancia narrativa textual. Humboldt deconstruye la identidad de sus sujetos textuales multiplicándola, cargándola de significados divergentes o dejándola en una ambivalencia fluctuante. Él niega una supuesta identidad que aquí se recompone constantemente (“Humboldt deconstruye”), en cuanto el hablar sobre literatura es menos complejo que la literatura misma, y tiene que confiarse de mala gana a ciertas construcciones auxiliares. El lector por lo menos pierde la seguridad de la orientación y de la identificación de una instancia fija en tanto no emprende considerables esfuerzos para pasar por alto algunas inconsistencias en la lectura y cubrir las lagunas: no existe ningún sujeto que escriba, narre o actúe que le otorgue coherencia a la relación de viaje. El autor, el narrador y el viajero se disuelven en el texto. La unidad constitutiva de la relación de viaje se diluye también.



[1] Sobre la definición convencional del género de literatura autobiográfica, véase: Philippe Lejeune, Le pacte autobiographique, París 1974.

[2] Sobre la problemática del género: Paul de Man, ”Autobiography as De-facement”, en: MLN 94 (1979), pp. 919-930; Jacques Derrida, Glas. Que reste-t-il du savoir absolu?, 2 tomos, París 1981.

[3] Citado a partir de la edición original: Alexander von Humboldt, Relation historique du Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau Continent. Fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804 par Al. de Humboldt et A. Bonpland, rédigé par Alexandre de Humboldt, París 1814-18[31]. (Los números romanos indican el tomo; los arábigos la página.)

[4] Se trata de la ‘gran’ edición de sus obras en cuarto (24,7 cm x 35,1 cm); sobre la situación de la obra Humboldtiana, véase: Horst Fiedler y Ulrike Leitner, Alexander von Humboldts Schriften. Biblio­graphie der selbständig erschienenen Werke, Berlín 2000, pp. 65-339; Ulrike Leitner, ”‚Ich weiß wohl, dass ich meinem Werk über die Natur nicht gewachsen bin.‘ Das ameri­ka­nische Rei­sewerk”, en: Frank Holl [Ed.], Alexander von Humboldt – Netzwerke des Wissens [catálogo], Berlín 1999, pp. 130-131; Hanno Beck, ”Zu dieser Ausgabe des amerika­ni­schen Reiseberichtes”, en: Alexander von Humboldt, Die For­schungs­reise in den Tropen Ame­ri­kas, ed. de Hanno Beck, t. 2, 3 subtomos, subtomo 3, Darm­stadt 1997, pp. 371-489.

[5] El título de la edición en pequeño formato (edición en octava) (12,5 cm x 21 cm), París 1816-1831, que en general muestra diversas desviaciones del texto de la edición original, ha sido variado ligeramente, le falta el calificativo de Relation historique: Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804, par Al. de Humboldt et A. Bonpland, rédigé par Alexandre de Humboldt; avec un Atlas géographique et physique.

[6] La dedicatoria del primer tomo está firmada por ”A. de Humboldt” y ”A. Bonpland”.

[7] Sabemos que lo primero es lo cierto. Los diarios se encuentran en versión original conservados en el departamento de manuscritos de la Biblioteca Estatal de Berlín (Oeste).

[8] Homi K. Bhabha, The Location of Culture, Londres/Nueva York 1994, pp. 37.

[9] Edward W. Said, Orientalism, Nueva York 1979, p. 20.

[10] Aparte del título, el nombre propio sólo es usado, en forma abreviada, como referencia en la nota al pie: ”Humb.” [III.573], o como fuente en las colecciones de datos y en la grafía francesa: ”PAR A. DE HUMBOLDT” [III.627].

[11] ”un Européen” (“un europeo”) [II.410].

[12] ”le voyageur qui est né dans le nord de l’Europe” (“el viajero nacido en el norte de Europa”) [II.363], ”des gens du nord de l’Europe” (“las gentes del norte de Europa”) [III.5].

[13] ”Pendant les cinq ans qu’a duré mon voyage dans l’Amérique espagnole, je n’ai trouvé occasion que deux fois de parler ma langue natale.” (“Durante los cinco años que duró mi viaje por la América española, sólo hallé ocasión de hablar mi lengua natal dos veces.”) [III.532]; ”mon infortuné compatriote, M. Burckhardt” (“mi infortunado compatriota, el Sr. Burkhardt”) [II.605].

[14] ”Le premier Prussien” (“el primer prusiano”) [III.532], ”ma patrie, […] en Prusse” (“mi patria […] en Prusia”) [III.460], ”je reconnus à sa physionomie et à son accent un Prussien natif de Memel. Depuis que j’étois en Amérique, je n’avois pas eu occasion de parler la langue de mon pays, et j’aurois désiré en faire usage dans une circonstance plus opportune.” (“reconocía en su fisionomía y en su acento un prusiano de la región de Memel. Desde que estaba en América, no he tenido ocasión de hablar la lengua de mi país, y habría deseado hacer uso de ella en una circunstancia más oportuna.”) [III.43].

[15] ”Cet homme blond et blême étoit un de mes compatriotes, né sur les côtes de la Baltique” (“Ese hombre rubio y pálido era uno de mis compatriotas, nacido en las costas del Báltico”) [III.532].

[16] ”notre compatriote européen” (“nuestro compatriota europeo”) [III.533].

[17] ”Natif d’un pays du nord, […] la Marche de Brandebourg” (“Nativo de un país del norte, la Marca de Brandemburgo”) [III.407].

[18] La frase ”Né dans les plaines sablonneuses des régions baltiques” (“Nacido en las llanuras arenosas de las regiones bálticas”) [III.36], hace referencia de manera más bien inexacta al lugar de nacimiento real de Humboldt, Berlín.

[19] ”[N]é dans le sein de l’église calviniste” (“[N]acido en el seno de la iglesia calvinista”) [II.594]; ”j’étois né dans la partie protestante de l’Allemagne.” (“yo había nacido en la parte protestante de Alemania.”) [I.410].

[20] ”Partout où je passai dans l’Amérique méridionale, on venoit me montrer des échantillons de minerais, dès que l’on savoit le lieu de ma naissance. Dans ces colonies, tout François est un médecin, et tout Allemand est un mineur.” (“Por dondequiera que pasé en la América meridional, la gente me mostró pruebas de minerales, tan pronto como conocían el lugar de mi nacimiento. En esas colonias, cada francés es un médico, y cada alemán es un minero.”) [I.389].

[21] ”Notre hôte étoit un François qui […] sembloit bien aise d’apprendre que nous venions de son pays” (“Nuestro huésped era un francés que […] parecía alegrarse de saber que veníamos de su país.”) [II.627].

[22] ”un étranger non espagnol” (“un extranjero no español”) [III.5].

[23] ”ne connoissant jusqu’à l’âge de dix-huit ans l’existence d’une roche que par ces blocs épars…” (“no conociendo hasta que tenía dieciocho años la existencia de una roca que por medio de aquellos bloques dispersos…”) [III.36].

[24] La relación de viaje de Humboldt puede interpretarse como un reprise de la Odisea: Humboldt parece entender su viaje como una ‘trayectoria sin plan ni rumbo’. Él utiliza una gran variedad de motivos homéricos (por ejemplo, se encuentra con un rapsoda que canta sus hazañas.) Algunas estaciones aisladas pueden interpretarse como analogías de las doce estaciones del viaje de Odiseo (el descenso a los Infiernos en la figura de la Cueva del Guácharo, los cíclopes como caníbales indígenas, el robo de las reses del Dios-Sol como sacrilegio en Atures, etc.) La curiosidad etnográfica del héroe homérico funge como paradigma del viaje de descubrimiento. El viajero de los trópicos es, en forma muy similar a su experimentado antecesor, un polu-vtropo".

[25] ”ayant été voué dès ma jeunesse aux travaux pratiques des mines, dont la direction m’avoit été confiée, je sais…” (“habiéndome dedicado desde mi juventud a los trabajos prácticos de las minas, cuya dirección se me había confiado, yo sé…”) [III.104].

[26] ”De simples voyageurs naturalistes” (“Simples viajeros naturalistas”) [III.460].

[27] ”Historien de l’Amérique” (“Historiador de América”) [III.445].

[28] El texto multidisciplinario de Humboldt no sólo debe ser considerado el producto de una autoría colectiva por haber sido escrito en colaboración con su compañero de viaje Aimé Bonpland, sino también, porque es el resultado de una cooperación internacional con numerosos científicos, un punto de enlace de esas “redes globales del saber”, tal como lo conceptualizaba en su título la exposición presentada en 1999 en la Casa de las Culturas del Mundo, en Berlín (“Netzwerke des Wissens”).

[29] Como ejemplo de ‘anti-biografía’ fragmentada, véase: Roland Barthes par Roland Barthes, París 1975.

[30] Véase: Émile Benveniste, Problèmes de linguistique générale, París 1966.

[31] Véase: Roland Barthes, ”La mort de l’auteur” [1968], en: Oeuvres Complètes, París 1994, t. 2, pp. 491-495.

[32] Roland Barthes, ”Introduction à l’analyse structurale des récits” [1966], en: Roland Barthes, Wolfgang Kay­ser, Wayne C. Booth y Philippe Hamon, Poétique du récit, París 1977, pp. 7-57, aquí: p. 40.

[33] Por ejemplo Juan A. Ortega y Medina, ”Estudio preliminar”, en: Alexander von Humboldt, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, ed. de Juan A. Ortega y Medina, trad. de Vicente González Arnao, México 1966, pp. IX-LIII, que identifica la manipulación de la obra con la de su autor.

[34] Ottmar Ette, ”Der Blick auf die Neue Welt”, en: Alexander von Humboldt, Reise in die Äquinoktial-Gegenden des Neuen Kontinents, 2 tomos, ed. de Ottmar Ette, sobre la base de las traducciones de Hermann Hauff y de Paul Usteri y Therese Heyne-Forster-Huber, en parte traducido nuevamente, Francfort 1991, t. 2, pp.1563-1597, aquí: págs. 1576-1580.

[35] Ibídem, pp. 1580-1581.

 

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