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Stand: 12. August 2005
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HiN - Humboldt im Netz

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Oliver Lubrich

“[M]on extrême répugnance à écrire la relation de mon voyage”

Alejandro de Humboldt deconstruye la relación de viaje

 

2. Objeto

¿Qué se describe? La región recorrida experimenta una definición tan poco clara como la instancia que viaja, escribe o narra.

En primer lugar, el texto esboza su objeto de manera vaga como un lugar “casi desconocido” (”des régions qui, depuis des siècles, sont restées presque inconnues” / “Las regiones que, desde hace siglos, han permanecido casi desconocidas” [I.2]) o como “lejano” y “poco visitado” (”des régions lointaines et peu visitées par les Européens” / “las regiones lejanas y poco visitadas por los europeos” [I.40]) o sencillamente como “bello” y ”tórrido” (”ces belles régions situées sous la zone torride” / “esas bellas regiones situadas en la zona tórrida” [I.41]), luego también, de manera un tanto vaga, como “exótico” (”une nature exotique” / “una naturaleza exótica” [II.67]) o simplemente como “esas comarcas” (”ces contrées” [II.116]). Ya el calificativo del título, ”[les] Régions équinoxiales du Nouveau Continent”, es, nuevamente, susceptible de varias interpretaciones: al menos desde un punto de vista histórico y geológico. O bien el “Nuevo Continente” es “nuevo” porque su formación fue posterior a la de Europa, Africa y Asia en términos geológicos, o porque fue ‘descubierto’ por los europeos como un lugar “nuevo” desde el punto de vista cronológico.[1]

La denominación del destino del viaje, tanto en el título como en el texto, ocurre por regla general como el vínculo de un sustantivo y un atributo, lo cual no sólo sucede alternando el uso de mayúsculas y minúsculas, de artículos y plecas, sino sobre todo en una serie de términos que se sustituyen unos a otros, de acuerdo al principio de variación combinatoria. En este procedimiento permutativo, la región del viaje recibe (a) calificativos sustantivos vinculados a (b) atributos adjetivos o genitivos o complementos preposicionales:

(a) Amérique, l’Amérique, les Indes, monde, Monde, continent, Continent, régions, Régions, tropiques, Tropiques, climats, hémisphère, la moitié du globe terrestre, l’Occident, l’ouest, colonies, zone, provinces, contrées, le pays, les pays, la nature, la Terre-Ferme, Paria, Tierra de Amerigo;

(b) Nouveau, nouveau, espagnol, Espagnol, équinoxial, presque inconnu, lointain, peu visité par les Européens, du Sud, équatorial, sous la ligne, bas, éloigné, torride, méridional, austral, occidental, continental, vaste, exotique, beau, torride, d’outre-mer.

De ello resultan innumerables combinaciones que en su abundancia y heterogeneidad sólo pueden tener un propósito: la indefinibilidad del objeto del discurso. Humboldt llega incluso a citar de manera ‘incorrecta’ su propio título al escribir ”Nouveau Continent” en el texto con una pleca: ”mon Voyage aux Régions équinoxiales du Nouveau-Continent” [III.615]. Cuando la escritura de mayúscula o minúsucla de los términos correspondientes resulta asimétrica incluso dentro de una misma oración, podría tratarse, en casos aislados, de un error de redacción, pero en el contexto descrito sólo podría ser una deconstrucción deliberada de la terminología: ”la comparaison du Nouveau-Continent avec les parties de l’ancien” (“la comparación del Nuevo-Continente con partes del viejo”) [III.232].

Las numerosas denominaciones, aparentemente arbitrarias, sin embargo, no sólo no son sinónimas, sino que tampoco son ‘inocentes’ desde el punto de vista ideológico. De ahí que cobren un explosivo carácter político cuando Humboldt habla de ”le continent de l’Amérique espagnole” (“el continente de la América española”) [III.290] como ”les provinces d’outre-mer” (“las provincias de ultramar”) [II.198] o cuando remarca una duda y muestra cierta cautela al hablar de ”[l]es colonies ou (comme il est peut-être plus juste de dire) […] [l]es provinces d’outre-mer” (“[l]as colonias o (como sería tal vez más justo decir) […] [l]as provincias de ultramar”) [III.46], a través de lo cual adopta la perspectiva española y la dicción imperial, según la cual una “provincia” sería parte integrante de la metrópoli; o también en otra parte, cuando se habla de „l’Amérique espagnole“ como un “pays” [III.153] sui generis, a través de lo cual se recognoce su independencia.

Diversas denominaciones construyen una imagen binaria del mundo que pretende mostrar una clara perspectiva, un orden abarcable y una jerarquía estable: las oposiciones entre “Oriente” y “Occidente”, entre el ‘este’ y el ‘oeste’, el ‘norte’ y el ‘sur’, entre las zonas ‘frías’ y las ‘tórridas’, el ‘Viejo’ y el ‘Nuevo’ Mundo, hacen visible un mundo dividido en dos mitades. Esas oposiciones son desplazadas e invertidas: el Occidente, ”l’Occident” o ”l’occident”, designa lo mismo a América con respecto a Europa [II.539] que a América y a Europa respecto al ‘Oriente’ [III.89]; de manera análoga, el este abarca, por una parte, a Europa, incluyendo el ‘Levante’, respecto a América; y por otra, designa al ‘Oriente’ en relación con Europa y América (en un uso ambivalente de la terminología: II.372, III.457). Las topografizaciones geográficas y culturales se interfieren.

El concepto temporalizador de la “novedad” de América implica una fuerza cuasi creadora del descubrimiento colonial – o, al contrario, implica que el futuro pertenece a América – en libertad.[2] Frente a la ‘nueva’ América se erigen “la vieille Europa” [II.545] o ”la vieille Espagne” [III.97]. La relación de viaje parece aquí acercarse a la tesis de la ‘inmadurez’ del ‘nuevo’ continente, tal como era defendida en la llamada “Disputa del Nuevo Mundo” por autores como Raynal, De Pauw, Buffon y Hegel, cuyas posiciones Humboldt combatía enérgicamente.[3] El término ”nouveau” es entendido, si bien no de manera existencial, al menos sí desde un punto de vista cognitivo, principalmente desde una perspectiva europea. Eso le permite al investigador científico europeo descubrir “nuevas especies” y plantas („nouveaux genres“, ”nouvelles espèces” [I.372], ”plantes nouvelles” [I.291]) que son bien conocidas desde hace tiempo para el nativo. ‘Nuevo’ está siempre usado en relación con Europa y con la ciencia europea, lo que es igual a decir “universal”. ”Personne ne s’est jamais approché de cette montagne” (“Nadie se ha acercado jamás a esta montaña”) [II.377], se dice como algo obvio, lo que es igual a decir: “ningún europeo”.[4] ”Ils nomment Javicou l’arbre inconnu…” (“Ellos llaman Javicú a ese árbol desconocido…”) [II.435], lo cual significa: desconocido para el viajero. También adjetivos como “lejano” (”ces régions lointaines” / “esas regiones lejanas” [II.1], ”ces climats éloignés” / “esos climas lejanos” [II.67]) definen lo desconocido de manera relacional, a través de su posición hacia lo propio – en una binaridad jerárquica.

Por lo tanto, existe en general una diferencia en lo relativo a qué término se usa para designar las regiones visitadas: Humboldt traza geografías tanto hacia el este y el oeste, como entre el Oriente y el Occidente,[5] así como hacia el norte y el sur.[6] La palabra ‘hemisferio’ erige un esquema de orden binario.[7] Los conceptos ‘India’,[8] ‘Paria’[9] o ‘América’[10] tienen índices culturales, históricos y mitológicos. El vocablo ‘clima’,[11] como sinónimo de un espacio geográfico, tiene una connotación naturalizante y esencializadora. El atributo ‘tórrido’ es usado con una connotación meramente climática.[12] La idea de la ‘zona’ oscila entre la sexualización y la astronomía.[13] También el concepto de ‘continente’ es ambivalente: significa tanto la relación con algo (Europa), como la relación en sí misma (América).[14] La palabra ‘región’ establece una asociación entre dominio y delimitación.[15] ‘Provincia’[16] y ‘colonia’[17] son categorías políticas con connotaciones hegemónicas, mientras que ‘país’[18] posee connotación nacional. ‘Tierra’[19], ’mundo’[20] y ‘globo’[21] se comportan de una manera universalista. ‘Lugar’ permanece superficialmente neutral, pero tiene la connotación de una familiaridad desacostumbrada.[22] ‘Tierra firme’’[23] es una definición más bien relativa. El término ‘ultramarino’ establece una perspectiva y una alteridad.[24] Lo otro es algo que se sitúa ‘más allá’ de un espacio intermedio. El atributo ‘meridional’ acentúa una hora del día, la intermedia: una posición del sol desde una perspectiva europea.[25] En forma comparable, la palabra ‘equinoccial’ temporaliza, poniendo el acento en la regularidad, uniformidad y el balance.[26] Desde el punto de vista etimológico, la palabra ‘austral’ sufre una inversión del significado: originalmente designaba al ‘este’, pero en Humboldt es usado para designar el ‘sur’.[27] Otras muchas connotaciones tiene la palabra ‘exótico’: científicas, nacionales, y climáticas.[28] Incluso el adjetivo ‘bajo’[29] es aplicado, de una manera implícitamente valorativa, al objeto de la relación de viaje. El término ‘trópicos’ no sólo aparece escrito de dos formas distintas, en minúsculas (“tropiques”) y en mayúsculas (“Tropiques”), sino también con una doble semántica: por una parte designa los trópicos como tal, por otra, se refiere a la región que se extiende entre ellos: los “trópicos” como línea o como espacio.[30] Las referencias a los grados de longitud, “ecuatorial”,[31] funcionan en analogía con los significados tanto espacial como lineal de “trópico” y “tropical”. Los respectivos complementos preposicionales de lugar, tales como ”entre” o ”sous”, se ven sumidos por ende en un caos. – En un pasaje, Humboldt llega incluso a escribir en latín, con lo cual logra una definición aun más incómoda: ”in ora Asiae septentrioni opposita”, ”en la región que se encuentra situada enfrente de Asia del norte” [III.42].

A cada uno de los términos mencionados le es propio un modo específico de referencialidad y una imprecisión específica: los puntos cardinales no sólo constituyen referencias bastante inexactas, sino también relativas a lugares. Al hablar del ecuador y de los trópicos se establece una referencia global hacia todas las regiones situadas en la misma latitud, es decir, incluyendo a África y a Asia. De manera general, Humboldt evita nombrar en términos coloniales los lugares individuales. En su lugar, intenta una y otra vez descifrar etimológicamente los nombres existentes y examinarlos de manera crítica desde una perspectiva histórica.[32] De manera autorreflexiva, el texto analiza de vez en vez la problemática de la práctica propia en el caso de la denominación geográfica, por ejemplo el uso incorrecto del la palabra ‘americano’: ”Le mot Américain ne peut plus être appliqué aux citoyens seuls des États-Unis de l’Amérique du Nord” (“La palabra americano ya no puede ser aplicada solamente a los ciudadanos de los Estados Unidos de la América del Norte”) [III.64].

Los criterios de denominación dan testimonio de una singular mezcla del discurso. La práctica interdisciplinaria de Humboldt a la hora de percibir América se sugiere ya en sus calificativos. Las regiones visitadas son abarcadas a partir de los paradigmas más disímiles: mitológico (austral, boreal, septentrional), histórico (India, América, Paria), geográfico (ecuatorial, sureño, tropical), político-colonial (como provincia española), revolucionario (como país independiente), climático (equinoccial, del mediodía, cálido), jerarquizante (nuevo) o perspectivista (lejano, exótico, desconocido). En su efecto, las capas semánticas van superponiéndose – o son contrapuestas entre sí: layers históricos del saber que se superponen y concepciones diversas que se imbrican entre ellas. Aparentemente, a Humboldt lo que le interesa es desentrañar su objeto en la mayor totalidad posible. Sin embargo, a través de ese uso particular de una combinatoria conceptual, lo expone a una deconstrucción. El carga tanto tiempo el objeto de su discurso con etiquetas antagónicas hasta que todos los contornos se disuelven.[33] Los calificativos apenas tienen un denotado común, con lo cual abren numerosos espacios de significado distintos. Ellos marcan la polisemia, la ilegibilidad de su referente, y señalan la aporía del discurso colonial.

Podría resumirse diciendo que para la totalidad de las regiones que Humboldt recorrió entre 1799 y 1804, el naturalista alemán utiliza una gran variedad de calificativos y se niega a dar prioridad a un concepto geográfico general, a desarrollar un master signifier que es repetido continuamente y, por lo tanto, es despojado de su etimología y de su semántica; un significante a partir del cual pueden irse sedimentando otros estereotipos que sirvan para consolidarlo e inmunizarlo, tal como Edward Said lo analiza en la concepción europea del “Oriente”.[34] Alejandro de Humboldt no inventa ni adopta ningún concepto que sea comparable al del “Oriente”. Su discurso no es “Occidentalismo” ni “Latinoamericanismo”.[35] El objeto de la relación de viaje es expuesto en todo su carácter inabarcable.



[1] Humboldt argumenta contra la hipótesis de la edad “más joven” del “Nuevo Mundo” [II.69].

[2] Véase: Benedict Anderson, ”Memory and Forgetting”, en: Imagined Communities. Re­flections on the Origin and Spread of Nationalism, Londres/Nueva York 1991, en particular los sub-capítulos ‚Space New and Old‘ y ‚Time New and Old‘, pp. 187-199: El paradigma de la denominación colnial de ‘Viejo’ y ‘Nuevo’ (”the strange habit of naming remote places […] as ‚new’ versions of (thereby) ‚old’ toponyms in their lands of origin.” [pp. 187]) es retomado e invertido por los movimientos independentistas.

[3] Véase: Antonello Gerbi, La Disputa del Nuovo Mondo. Storia di una Polemica: 1750-1900, ed. de Sandro Gerbi, Milán/Nápoles 1983; Ottmar Ette, Weltbewußtsein. Alexander von Humboldt und das unvollendete Projekt einer anderen Moderne, Weilerswist 2002, pp. 40-41 y pp. 97-98; véase también: Hugo Loetscher, ”Humboldt und die Rehabilitierung eines Kontinentes”, en: Du 30 (1970), pp. 666.

[4] ”[P]ersonne n’avoit connoissance” (“Nadie tenía conocimiento”) [II.394]. ”Personne ne connoît le vaste terrain qui s’étend entre le Meta, le Vichada et le Guaviare, à une lieue de distance de la rive.” (“Nadie conoce el vasto terreno que se extiende entre la Meta, el Vichada y el Guaviare, a una legua de distancia de la ribera.”) [II.386].

[5] El ‚Occidente’ como el Oeste, por metonimia: Poniente (lat. occidentalis, -is, -e), del lat. (sol) occidens [-entis, masc.], de: occidere [occido, occasum], descender, caer, ponerse, morir, desaparecer, emparentado con occidere [occido, occisum], derribar, matar. – De manera análoga: lat. (sol) oriens [-entis, masc.], ‚Oriente’, Este, por metonimia: Levante (orientalis, -is, -e: levantino, oriental) de oriri [orior, ortus sum], ergurise, levantarse, surgir, crecer, comenzar (véase: origo [-inis, fem.], origen).

[6] La palabra ‘sur’, fr. ”sud”, no tiene raíz románica, su raíz se encuentra en el inglés antiguo: suth (moderno: south). Con ello se establece una referencia a otro trasfondo cultural.

[7] Hemisferio, del griego hémisys, mitad, a la mitad, hemíseai, la mitad, und sphaira, la esfera, la bola.

[8] El nombre ‘India’ se deriva del río ‘Indus’. Humboldt, obviamente, conocía la historia de la transposición a América de este concepto.

[9] ‘Paria’ significa, por una parte, en indio (de India): perteneciente a la casta más baja; de igual modo, en portugués (como vocablo para designar el tambour), significa: socialmente marginado, con lo cual se designa lo absolutamente ‘ajeno’. Este término coincide con la denominación de Sudamérica o de la costa venezolana del Caribe como Golfo de “Paria”; véase, Edmundo O’Gorman, La invención de América. Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de su devenir, México 1995, pp. 116-136, aquí: p. 105.

[10] Como se sabe, América fue nombrada a partir del nombre de Amerigo Vespucci; véase, O’Gorman, La invención de América, pp. 116-136.

[11] El concepto ‘clima’, del griego klíma, lat. climatis, se deriva de klínein, clinamen [-inis, ntr.], y significa originalmente la ‘inclinación’ de un punto de la tierra en relación con el sol.

[12] lat. torridus [-a, -um]: muy caliente.

[13] Zona, de zona [-ae, fem.], significa cinturón (de la túnica interior), cinturón de mujer, como símbolo de virginidad, cinturón de dinero de los hombres, herpe (zoster), las tres estrellas en el cinturón de Orión, cinturón de la Tierra, Zona. El concepto de “zona” abre el campo de la antiguo “doctrina de las zonas”, véase, por ejemplo, Virgilio, Las Geórgicas, I.231ff.

[14] Continente, del lat. continere, retener, vincular, continens, juntado, cohesionado, relacionado entre sí, de ahí proviene terra continens, tierra vinculante, tierra firme, continens [-entis, fem.], Tierra firme, continente. Véase: Edmundo O’Gorman, La invención de América, p. 144.

[15] Región del lat. regere [rego, rexi, rectum], dirigir, manejar, guiar, jalonar, trazar límites, regir, regio [-onis, fem.], la dirección, límite, linéa (la cual, en el lenguaje de los augures, se imaginaba trazada en el cielo), el espacio celeste, la comarca del mundo; también: paisaje, distrito.

[16] Provincia, del lat. provincia, etimología: pro-vincere, vencer, conquistar, designa un territorio conquistado en la Antigüedad romana y que es puesto bajo la administración centralizada de la metrópoli (Roma), es decir: una colonia.

[17] Colonia, del lat. colere [colo, colui, cultum] (de quelo, girar, dar vueltas), cuidar, edificar, cultivar, criar, habitar, poblar, formar, ocuparse de, respetar, adorar, adornar, de ahí: cultus [-a, -um], edificado, adornado, colonia [-ae, fem.], el asentamiento, la colonia; además: colon [-i, masc.], colon, miembro (en una cadena), parte. Significativamente, en español la palabra alude también a Cristóbal Colón, cuyo nombre se traduce: ”el colonizador que trajo el cristianismo” (la colon-ización).

[18] fr. ”pays”: ”país”.

[19] fr. ”[t]erre”: ”Tierra”, lat. terra [-ae, fem.] (originalmente lo árido).

[20] fr. ”monde”: lat. mundus [-i, masc.] (mundo, universo: tierra, cielo y mar).

[21] fr. ”globe”: lat. globus [-i, masc.] (bola, pelota, meteor, terrón).

[22] fr. ”contrées”.

[23] fr. ”Terre-Ferme”.

[24] fr. ”d’outre-mer”.

[25] Meridional, del sur, del lat. medii die, en medio del día, meridies, mediodía, por metonimia: sur, meridianus, como adjetivo: del mediodía, los mediodías, como sustantivo: el meridiano, primeramente, sinónimo de ecuador, en el siglo XVII como meridiano.

[26] lat. aequinoctium [-i, ntr.] (aequus + nox), aequinoctialis [-is, -e], cuando la noche y el día tienen la misma duración.

[27] Austral, del sur, se refiere al lat. aurora [-ae, fem.], la Aurora, de ahí: auster [austri, masc.], Este (Austria). El desplazamiento del significado hacia auster [austri, masc.], el viento del sureste (que trae la lluvia), por metonimia, sur, australis [-is, -e], se deriva de una falsa orientación del eje de Italia. Por el contrario: boreal, del norte, del lat. boreas [-ae, masc.], griego: boréas, viento del norte, por metonimia: norte, boreus [-a, -um], bóreios: del norte; septentrional, norte, del lat. septentrio [-ionis, masc.], en realidad, los siete bueyes de la trilladora (trio, -onis, masc. = buey), las Pléyades, el carro, la Osa Mayor, el Polo Norte, por metonimia: norte, viento del norte, septentrionalis [-is, -e], norte, septentrionalia [-ium, ntr.], lugares del norte.

[28] Exotismo, en el sentido de exotérico (en contraposición a esotérico) destinado a la luz pública, de comprensión general, del griego: exóteros, externo, afuera; exotikós, lat. exoticus [-a, -um], extranjero; exoticum [-i, ntr.]designa una túnica extranjera.

[29] fr. ”bas”.

[30] La ambivalencia expresada en en la etimología del término (tropós. 1. como ‘trópico’ geográfico y 2. como figura idiomática, ‘tropo’ retórico) puede entenderse en ese sentido como una poetología implícita que caracteriza al discurso de Humboldt sobre los trópicos geográficos, en el cual se percibe un exceso de tropos retóricos. (Con otra acentuación, el término significa en griego, trópos, el remo)

[31] El ecuador, lat. aequator [-oris, masc.], como ”igualador”, de aequare [aequo], allanar, igualar, distribuir parejamente, comparar, equivaler.

[32] El renombramiento de lugares fue desde siempre una práctica colonial, muy marcada, por ejemplo, en Cristóbal Colón; véase, Tzvetan Todorov, La conquête de l’Amérique. La question de l’autre, París 1992, p. 33-35; Stephen Greenblatt, Marvelous Possessions. The Wonder of the New World, Chicago 1994, p. 82-85. – El hecho de que el nombre de “Humboldt”, cuyo portador se negó a participar de esta práctica, hoy esté inscrito mundialmente en la geografía, debe ser visto quizás como una ironía histórica; véase: Ulrich-Dieter Oppitz, “Der Name der Brüder Humboldt in aller Welt”, en: Heinrich Pfeiffer [Ed.], Alexander von Humboldt. Werk und Weltgeltung, Munich 1969, pp. 277-429; también: el primer capítulo de la exposición Alexander von Humboldt – Netzwerke des Wissens, presentada en la Casa de las Culturas del Mundo, en Berlín, del 6 de junio al 15 de agosto de 1999, y en la Kunst- und Ausstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland, de Bonn, del 15 de septiembre de 1999 al 9 de enero del 2000. – En el transcurso de su Relation historique Alejandro de Humboldt analiza más de 500 nombres geográficos. Para investigar esta diferenciada confrontación con los nombres de lugares americanos, en el sentido de la teoría implícita a ellos sobre su denominación colonial, no puede tener lugar aquí, sino en otro trabajo.

[33] Haciendo una sobreinterpretación del texto, hasta la dedicatoria se torna significante. El destinatario de la misma lleva un nombre cuya lectura literal nos remite al significado peculiarmente indeterminado que tiene el escenario de viaje en Humboldt: Monsieur De La Place.

[34] Said, Orientalism, en particular: ”Introduction”, pp. 1-28.

[35] Enrico Mario Santí, ”Latinoamericanismo”, en: Vuelta 18:210 (mayo 1994), pp. 62-64.

 

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