Archivkopie der Website http://www.humboldt-im-netz.de |
---|
______________________________________________________
Ursula Thiemer-Sachse
El “Museo histórico indiano” de Lorenzo Boturini Benaduci y los esfuerzos del erudito alemán Alejandro de Humboldt para preservar sus restos para una interpretación científica
Lateinamerika-Institut der Freien Universität Berlin
El destino del poco afortunado Boturini
No conocemos todos los detalles de la vida de Boturini[1], ni la fecha concreta de su nacimiento ni la de su muerte, a pesar de que existen estudios más intensivos desde mediados del siglo XX. Se ha obtenido y utilizado información proveniente especialmente de la declaración personal del mismo coleccionista frente a la administracion virreinal. Fue publicada nuevamente por Ballesteros Gaibrois (en Boturini 1990: 312-323) con motivo de la reedición de la obra de Boturini: “Historia General de la América Septentrional”, título bajo el cual el autor entendió la historia prehispánica del México central. Esta obra de Boturini es registrada también como “La cronología”[2] por su carácter reducido sólo a las cuestiones de la definición de edades e interpretación de los calendarios autóctonos. Esta “historia” de Boturini existió solamente como manuscrito (fig. 7), finalizado en 1749. Se encontraron unos borradores (fig. 8) escondidos en archivos españoles, hasta su primera edición no antes de 1948.
Tanto en el prólogo como en el estudio preliminar de Ballesteros Gaibrois (en Boturini 1990) se encuentran muchos datos y reflexiones sobre las circunstancias que motivaron al coleccionista a sus diferentes actividades en México y que provocaron su fracaso.
El Caballero (Cavaliere) del Sacro Romano Imperio, como el mismo Lorenzo Boturini Benaduci, Señor de la Torre y de Hono hizo para resaltar intencionalmente su título, y para subrayar su origen noble e importante frente a la administración virreinal de la Nueva España, era oriundo de una familia noble muy antigua del norte de Italia. El mismo se declaró como de cuarenta años de edad, cuando estaba encarcelado en México a finales del año 1741 (véase en Boturini 1990: 312; 323). Esto significaría que nació en 1701. Pero todos los informes declaran 1702 como año de su nacimiento[3]. Se puede suponer que Boturini informara vagamente sobre su edad o bien habría que buscar más documentos en Italia. Pero no es tan importante para lo que discutimos aquí. Pues esta diferencia de un año casi no altera de la estancia del joven en Italia. Sin duda ese tiempo fue tan esencial para su educación. Su familia podría remontarse a través de un árbol geneaológico a sus orígenes franceses, novecientos años atrás, como Boturini entre otros aclaró ante sus acusadores virreinales (Boturini 1990: 313). Normalmente lo describen como de orígen milanés[4]. Pero se puede especificarlo un poco más: nació en la Villa de Sondrio, en la Valltelina, en el obispado de Como, en la heredad de la familia. Pero como aclaró él mismo (véase Boturini 1990: 314), fue criado en Milán y realizó allí sus estudios hasta 1725. Es decir, con 23 o 24 años de edad dejó atrás su partia para nunca más regresar a ella. Pero este tiempo de estudios, especialmente clásicos, fue muy importante para su vida posterior y para su obra como escritor. Manejaba el latín correctamente y conocía muy bien los autores clásicos los que sabía citar muchas veces. En este sentido era un hombre muy bien educado (Ballesteros Gaibrois en Boturini 1990: XLIII).
Después de estar un tiempo en Trieste desempeñando cargos en la corte de Carlos VI, tuvo que irse a Viena a causa de la guerra entre España y el imperio, donde consiguió en 1734 un pasaporte en alemán para poder llegar a España. Vía Inglaterra y Portugal llegó a Madrid para cumplir “sus patrióticos deberes” (véase Ballesteros Gaibrois en Boturini 1990: X, XI). Después se dedicó con todo su ser a la devoción de la Virgen de Pilar de Zaragoza. Realizó una peregrinación desde la capital española hasta ese santuario, y sus experiencias personales durante ese viaje de a pie le entusiasmaron tanto que influyeron su comportamiento ulterior, sus actividades a favor de la Virgen de Guadalupe y su fracaso personal.
En ese tiempo, a pesar de que aún persistían las guerras de Italia, Boturini decidió de viajar para conocer algo más del mundo hispánico. Por esta razón fue especialmente importante la oferta que en 1735 le hizó la condesa de Santibáñez, hija mayor de la condesa de Moctezuma, de ir como su representante a la Nueva España. Su labor consistía en cobrar los corridos anuales de su encomienda y merced que se la pagaban como a la descendiente directa que era del último señor mexicano Moctezuma. Puede ser o no que a Boturini le faltaran los documentos correctos para entrar en la colonia; seguro es que el barco con el cual viajó naufragó frente al puerto de Veracruz. Es interesante que Boturini nunca pensó en la idea para defenderse, explicando que durante ese acontecimiento hubiese perdido sus documentos. Pero tampoco trató de escribir directamente al rey para pedir ayuda. Puede ser que se sintiera tan enredado en las intrigas del corte virreinal que no pudo desarrollar tales estrategias de defensa. Puede ser que se sintiera falsamente acusado como extranjero, “una persona extraña de estos Reynos, en quien por serlo y sin carta de Naturaleza ni por otro privilegio o licencia de residir en ellos, se hace y ha hecho mui reparable y digno de toda atención” (en Boturini 1990: 328); pues hoy en día se le caracteriza como “naturalizado” en España y de haber salido con “real licencia” lo que se contradice totalmente con la antigua argumentación virreinal.[5]
Después de cinco años de estadía en la Nueva España – entre 1736 y 1741 – pudo aclarar que “no cabe en su corazón malicia alguna, sino una devoción antigua y radicada por María Santísima” y que quisiera aprovechar el “material para escribir la Historia de la coronación de la soberana Reyna, según la manda la corte Romana en su ceremonial” (Boturini 1990: 318; 319). Había venido con un interés “turístico”, como lo caracteriza Ballesteros Gaibrois (en Boturini 1990: XVIII); pero quizás en el naufragio podría haber perdido sus bienes, pues tuvo que vivir muy modestamente. No se puede verificar si fue solamente por causa de su devoción a la Virgen que vivió durante un largo lapso de tiempo cerca del santuario del cerro de Tepeyac donde había ocurrido la aparición de la Virgen de Guadalupe. También se alojaba en condiciones bastante humildes dentro de la capital virreinal y en Tlaxcala. En ese tiempo aprendió el idioma náhuatl. Dominó tanto este idioma indígena que en su obra ofrecía muchas veces traducciones personales al idioma español, las que son diferentes a las de Alonso de Molina en su famoso Vocabulario.[6]
Boturini aclaró que había hecho esfuerzos para preparar este evento tan importante, de la coronación de la Virgen en favor de los muchos indígenas que todavía estarían fuera del sistema de la fe católica y tendrían que conseguir urgentemente un impulso impresionante para convertirse en fieles cristianos. Por esta razón realizó tantos trabajos, pues comprendió que la extraordinaria fiesta prevista de la coronación de la Virgen podría ser un evento muy eficaz como señal inequívoca de la fe católica. Boturini no solamente debió despertar la envidia sino que también cierto grado de rivalidad por parte del mismo virrey Pedro de Cebrián y Agustín, conde de Fuenclara (1742/1746), quién llegó a México en 1742 e hizo encarcelar a Boturini, como una de sus primeras actividades.
Debió haber despertado también el recelo de altos dignatarios eclesiásticos que temieron perder prestigio de no haber sido ellos mismos, los primeros que tuvieron la idea de una coronación de la Virgen, recelosos que la iniciativa proviniera de un extranjero. También se puede pensar lo siguiente: “estuvo su grave error, no se dio cuenta que el coronar a la Virgen de Guadalupe se acendraba su culto que por estar extendido mayormente entre los indios que en otras clases sociales adquiría un cariz social y político indeseable. [...] los españoles fomentaron el culto de la Virgen de Remedios, de pura cepa española, contraponiéndola siempre a la Virgen Morena; porque vieron en el guadalupanismo un factor de cohesión social que podría ir creciendo y desembocar hacia planos sociales difíciles de controlar.” (Flores Salinas 1964/1967, 2: 30). Esta sospecha se cumpliría más tarde en las guerras de Independencia, como sabemos hoy día.
También se supone que habría existido un coleccionista rival y poderoso, hasta ahora no identificado “que empujo al desafuero” (Ballesteros Gaibrois en Boturini 1990: 327, nota 313). Finalmente se reconoció lo que Boturini había aclarado en cuanto a que había realizado todo y conseguido los documentos para la historia antigua de México “con notables gastos de mi bolsa y sin fomento alguno” (Boturini 1990: 308). El único cargo muchas veces repetido en contra de Boturini era el de haber estado y actuado como extranjero y sin permiso real en la colonia.[7] Por falta de indicios no le pudieron acusar de robo o algo semejante. Pero en base a esta argumentación bastante irracional, pues como ya mencionamos, fue naturalizado en España antes de su viaje a través del Océano Altántico, y por tanto Boturini pudo ser perseguido por la Inquisición.[8]
[1] A veces se encuentra escrito su apellido en la versión italiana: Botturini; pero él mismo lo escribió según la ortografía española con una –t- (véase Boturini, 1746, título). En la Enciclopedia de México (s.a., 2: 1054) le escriben: Boturini Benaducci, Lorenzo. Seler erróneamente escribe Bernaducci (Seler 1960 b: 163).
[2] Véase: Diccionario Enciclopédico Espasa 1978: 3.
[3] Así se señala en la Gran Enciclopedia de España 1990: 4: 1686, el nacimiento en 1702 y la muerte en 1757. Los mismos años da el Diccionario Enciclopédico Espasa 1978: 3. En la Enciclopedia de México: 2: 1054) se informa detalladamente sobre Boturini, mencionando su nacimiento en 1702 y su muerte en Madrid entre 1750 y 1755. En el Diccionario Enciclopedio UTEHA 1951: 2: 497 los años 1702 a 1756. En el Diccionario Porrúa 1976: 1: 286) se habla de 1702 a 1751. Por una información de los herederos de Boturini, se puede deducir que seguramente ya había fallecido antes del 16 de agosto de 1755 (Ballesteros Gaibrois en Boturini 1990: XVI).
[4] Solamente la Enciclopedia de México: 2: 1055 informa sobre su nacimiento en Sondrio quizás basándose en la edición de la Obra de Boturini “Historia General de la América Septentrional” (1990) y los documentos adjuntados.
[5] Véase: Enciclopedia Universal Ilustrada Espaza Calpe: 9: 339) y Diccionario Enciclopédico Espasa 1978:, 3.
[6] Ballesteros Gaibrois (en Boturini 1990: XLVI) subraya que Boturini pudo leer textos nahuas con facilidad y además tuvo un conocimiento completo y científico acerca de los problemas gramaticales y lexicográficas de la lengua náhuatl.
[7] “[...] substancialmente resulta probado ser estrangero, y haver venido a este Reyno sin facultad o espresa licencia de S.M. Asimismo consta que el Despacho expedido por el Ylustísimo Cavildo de la de Roma no contiene el pase del Real consejo de Indias [...]” (Dictamen del señor Fiscal, según Ballesteros Gaibrois en Boturini 1990: 323); “pues siendo éste estrangero” (ibid: 325)
[8] Así se formulan nuevos informes. Véase: Diccionario Enciclopédico Esparsa 1978: 3; Gran Enciclopedia de España 1990: 4: 1686.
______________________________________________________
<< letzte Seite | Übersicht | nächste Seite >>