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Stand: 12. August 2005
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Ursula Thiemer-Sachse

El “Museo histórico indiano” de Lorenzo Boturini Benaduci y los esfuerzos del erudito alemán Alejandro de Humboldt para preservar sus restos para una interpretación científica

Lateinamerika-Institut der Freien Universität Berlin

  

  1. Oportunidades y dificultades en la recolección de documentos durante el tiempo colonial

Solamente a fines del tiempo colonial había gente interesada en la historia, que empezó a recolectar tales documentos. Lo hicieron por curiosidad y también por causas científicas - y esto es lo que debe interesarnos aquí. Pues desde entonces se empezó a comprender que estos documentos eran fuentes accesibles para poder desarrollar una visión del mundo contemporáneo, con sus diversas manifestaciones basadas en diferentes orígenes. Estas documentaciones eran importantes; pues en base a ellas se podían reconocer e interpretar las sociedades autóctonas americanas antes y después de la conquista. Se tenía interés en compararlas con las antiguas civilizaciones del Viejo Mundo, modelo deseable e ideal de la socialización del hombre. Los científicos educados en los ideales del humanismo y las ideas de la ilustración se interesaron en estudiar otras culturas para poder compararlas con lo conocido del propio pasado y valorarlas al mismo tiempo.

 

Eruditos locales y extranjeros, entre ellos algunos viajeros oficiales de la administración colonial así como excepcionalmente también otros que pudieron visitar las colonias españolas, descubrieron parte de ese tesoro de documentos que habían sobrevivido a la destrucción intencional como involuntaria. Entre ellos fue de gran importancia como coleccionista mexicano ya durante el siglo XVII Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700): “fue un afamado coleccionador de pinturas, códices y manuscritos indígenas, algunos de ellos pertenecientes a Ixtlilxochitl y Chimalpahin, y que su colección pasó a manos de los jesuitas del Colegio de San Pedro y San Pablo donde se conservaban en su Biblioteca. Muchos de ellos los habrán de utilizar en el siglo XVIII, Lorenzo de Boturini, Francisco Javier Clavijero y Antonio de León y Gama” (Flores Salinas 1964/ 1967, 1: 152). Los hallazgos pudieron servir para reconstruir los conocimientos pasados; lo que muchas veces occurió más por casualidad que por una intención o búsqueda sistemática. Así, por ejemplo, se formó la colección de documentos sobre el México prehispánico y el virreinato de la Nueva España en manos del italiano Lorenzo Boturini Benaduci, en motivo de su profunda fe católica. Originalmente buscaba documentos sobre los milagros de la Virgen de Guadalupe; quizo “obtener documentos antiguos que pudiesen servir para confirmar la verdad del milagro” (Flores Salinas 1964/1967, 2: 18). Se había avocado a “trabajos en gloria y culto de la Reyna de los Angeles, Señora y Patrona Nuestra de Guadalupe, haviendo corrido muchas Provincias de los Yndios para indagar las pruebas contemporáneas del portentoso milagro de sus Apariciones”, como él mismo aclaró (Boturini 1990: 314). Se sintió a sí mismo como “Historiador de nuestra Señora Madre y Patrona la Virgen Santísima de Guadalupe” (Boturini 1990: 307-308). En este sentido es interesante constatar que nunca cumplió este propósito, pues nunca publicó esta historia de los milagros de la Virgen de Guadalupe [1], sino que se orientó totalmente a la historia prehispánica de los indígenas de México central. Buscando lo uno encontró lo otro: es decir, muchos documentos que trataron de la vida y cultura de los indígenas. Tuvo que constatar que era “tan difícil el tratar con los Yndios que son en extremo desconfiados de todo Español y esconden sus antiguas pinturas hasta con enterrarlas” (Boturini, ibid.). La idea de coronar a la Virgen con una corona de oro absorbió su voluntad y actividades “queriendo celebrarla con mil modos mil caminos” (Boturini 1990: 308). Esto significó para él organizar este evento religioso. Por eso empezó a escribir a la sede pontificia en Roma para tratar el asunto, y a mucha gente perteneciente a la colonia española con el motivo de recolectar recursos. Escribía a obispos, cabildos, deanos y ayuntamientos “pidiendo ayuda para esa coronación, pero no tuvo el éxito apetecido ya que pocos le respondieron” (Flores Salinas 1964/1967, 2: 19). La idea se convirtió para él en una utopía que guardó hasta su muerte.



[1] Se ha encontrado un manuscrito suyo, la llamada Margarita Mexicana que trata de este asunto.

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