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HiN III, 5 (2002)
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Miguel Ángel Puig-Samper y Sandra Rebok
(Instituto de Historia. CSIC.)Un sabio en la meseta.
El viaje de Alejandro de Humboldt a España en 1799
2. La presentación del científico
Si con los elementos que ya hemos citado con anterioridad, el proyecto del viaje de Alejandro de Humboldt tenía suficientes garantías de éxito, su presentación formal ante la Corte podía acelerar el resultado. El 11 de marzo de 1799 Humboldt presentaba su solicitud al rey Carlos IV halagando la ilustración de su gobierno y la importancia de sus posesiones americanas, en las que el naturalista podía estudiar con los nuevos instrumentos la formación de la Tierra, investigar su composición y, sobre todo, reconocer las relaciones generales que unían a todos los seres organizados, objetivo generales que contrastaban con su presentación como Consejero de Minas ante el ministro Urquijo y en la noticia autobiográfica que acompañaba a su Memoria ante el rey.
En ésta, titulada Noticia sobre la vida literaria de Mr. de Humbold (sic) comunicada por él mismo al Barón de Forell, Alejandro de Humboldt omitía prácticamente su primera formación en su casa paterna y con sabios berlineses, que más tarde añadió en una nota autobiográfica escrita en Santafé en 1801, para destacar sus estudios en Gotinga y Frankfurt, así como sus estudios administrativos y financieros en Hamburgo. Comentaba Humboldt que sus primeros trabajos sobre las montañas basálticas del Rhin hicieron que el director de Minas, el barón de Heinitz -el mismo que se había encargado con Fausto de Elhúyar de la contratación de mineros sajones con destino a la América española- le llevase con él al departamento de Minas. Asimismo recordaba el importante viaje por Holanda, Inglaterra y Francia, realizado bajo la dirección de Georg Forster, al que atribuía la mayor parte de sus conocimientos, y sus prácticas de minería en Freiberg y en las montañas del Harz. En su primer destino, cuyo objetivo era el estudio de yacimientos de sal, Humboldt recorrió lo que entonces era Polonia y la Alemania meridional, Hallein, Wieliczka, Berchtesgaden, etc.., antes de asumir el cargo de inspector de Minas en el territorio de las colinas franconianas de alrededor de Bayreuth, donde logró que las minas dieran un rendimiento favorable para las arcas reales.
Entre sus descubrimientos, Humboldt destacó en estos primeros años de trabajo en la minería, el invento de una nueva lámpara antimefítica y de una máquina de respiración, de gran importancia para salvar vidas en las minas. Mencionaba también sus primeros trabajos botánicos, su Flora Fribergensis y su publicación sobre la fisiología química de los vegetales, traducidos ya a numerosos idiomas. En cuanto a su carrera política y diplomática, Humboldt subrayó en la nota dirigida a Urquijo el papel que había tenido, por encargo del conde von Hardenberg, en las negociaciones con los franceses que dieron lugar a la Paz de Basilea.
Uno de los aspectos más interesantes de esta noticia autobiográfica de Humboldt es su exposición sobre el interés que le movió a renunciar a su pensión oficial como Consejero Superior de Minas. Estaba decidido a recorrer otra parte del mundo y estudiar no sólo las especies y sus caracteres, sino la influencia de la atmósfera y la composición química sobre los cuerpos organizados, la formación del globo, las identidades de las capas geológicas en los países más alejados; en definitiva, se proponía, según sus propias palabras, estudiar las grandes armonías de la Naturaleza, aún a costa de su pequeña fortuna, que estaba dispuesto a sacrificar en beneficio del progreso de las ciencias. En cuanto a sus preparativos, Humboldt señalaba que había adquirido una selecta colección de instrumentos astronómicos y físicos para poder determinar la posición astronómica de los lugares, la fuerza magnética, la declinación y la inclinación de la aguja imantada, la composición química del aire, su elasticidad, humedad y temperatura, su carga eléctrica, su transparencia, el color del cielo, la temperatura del mar a gran profundidad, etc...Además, Humboldt recordaba sus experiencias sobre el galvanismo, sus estudios botánicos en Dresde y Viena, así como los químicos en París, y sus inventos: un nuevo barómetro y un instrumento que llamó anthracómetro, para la medición del ácido carbónico atmosférico.
Respecto a sus proyectos viajeros anteriores, Humboldt comentaba la invitación del gobierno francés para viajar alrededor del mundo en la expedición dirigida por el capitán Baudin, que tanto le obsesionó, frustrada por falta de fondos, lo que le decidió a viajar por Africa para estudiar el monte Atlas. Los acontecimientos políticos en Argelia le habían hecho desistir también de este viaje, por lo que se había trasladado a la Península para solicitar la protección de S. M. Católica en un viaje a América, cuyo éxito colmaría sus deseos.
Tres días después, el ministro Urquijo comunicaba al barón de Forell la aprobación del viaje americano de Alejandro de Humboldt (1799-1804), un viaje que sin duda revolucionó los conocimientos europeos sobre la América española, dio lugar a una ingente obra científica por parte del propio Humboldt, que culminó con la publicación de su Cosmos, y abrió el camino de numerosas disciplinas científicas.
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